¿De qué va?: Tras realizar un atraco en el que han muerto dos personas, Ben Harper regresa a su casa y esconde el botín confiando el secreto a su hijos. En la cárcel, antes de ser ejecutado, comparte celda con Harry Powell y en sueños habla del dinero. Tras ser puesto en libertad, Powell, obsesionado con hacerse con el dinero, va al pueblo de Harper, enamora a su viuda y se casa con ella.
Reputación: Charles Laughton fue un actor británico de teatro y cine que trabajó con directores de la talla de Alfred Hitchcock, David Lean, William Dieterlo o Josef Von Stenberg. La noche del cazador, adaptación cinematográfica de la novela homónima de David Grubb, supone su legado como director, el único filme que dirigió puesto que resultó ser un sonoro fracaso de crítica y público y Laughton decidió no dirigir nunca más, abandonando el que habría sido su segundo trabajo tras las cámaras, la adaptación cinematográfica de Los desnudos y los muertos de Norman Mailer. Sin embargo, la película ha envejecido de forma excelente y actualmente está considerada como uno de los grandes clásicos de la Historia del Cine. El actor Robert Mitchum encarnó al sádico y persistente Harry Powell, personaje inspirado en Harry Powers, un hombre de Virginia Occidental que sedujo y asesinó a varias viudas y a sus hijos utilizando la técnica del “corazón solitario”. Sin embargo, en la vida real, Mitchum se llevaba muy bien con los niños actores al ser él el que les daba la mayoría de indicaciones en el rodaje, puesto que al parecer Laughton detestaba el trato con los pequeños.
Comentario: Tengo sentimientos encontrados respecto a La noche del cazador. Por un lado, me parece un tenebroso cuento infantil en la tradición de los hermanos Grimm más pura, sin concesiones de ningún tipo, con una fotografía sobresaliente que acentúa la atmósfera onírica y pesadillesca del filme, con numerosos planos y secuencias brutales (el coche sumergido, el viaje por el río, la anciana vigilando frente a la ventana…) y un villano temible cuya figura y alargada sombra consiguen ponernos el pelo de punta. Por contra, me parece que en ocasiones los niños tienen un comportamiento arbitrario (que sean niños no significa que sean tontos) y su tercer acto en general me deja bastante indiferente, además de que acaban convirtiendo al malo en una caricatura. Con todo, se trata de una singular fábula de sobresaliente factura sobre la inocencia infantil mancillada por la depravación de los adultos.
Próximo visionado: Primera plana (1974)
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