22/6/08

Disparatada como la vida misma



Dir.: Noah Baumbach
Int.: Nicole Kidman, Jennifer Jason Leigh, Jack Black, Zane Pais, John Turturro, Ciarán Hunds
¿De qué va?: Margot se presenta con su hijo en casa de su hermana con el propósito de arruinar su inminente boda con un hombre que según su criterio no le conviene.

Opinión: Noah Baumbach cosechó un gran éxito hace unos años con Una historia de Brooklyn (The Squid and the Whale), donde analizaba la ruptura de un matrimonio y lo que eso le suponía a los intregrantes del núcleo familiar. Ahora vuelve a tocar el tema del conflicto intrafamiliar desde el punto de vista de dos hermanas muy diferentes que arrastran consigo una serie de rencores y opiniones malintencionadas que saldrán a la luz en los días previos a una boda no muy celebrada, en momentos en los que se puede palpar la tensión y la incomodidad en el ambiente.


Desde que comienza la película vamos conociendo paulatinamente a los pocos personajes que componen la trama, pero no tardaremos mucho tiempo en descubrir que todos tienen una vena excéntrica muy acentuada. Lo que para muchos les supondrá un total rechazo al no entender ni compartir sus extraños comportamientos, otros seremos capaces de ver algo de nosotros mismos reflejado en esos pintorescos personajes, como por ejemplo la indecisión de Margot, la inseguridad de su hermana Pauline o la curiosidad juvenil de su hijo Claude. Muchos hemos pasado por lo que están pasando ellos en la pantalla, tal vez expresado en situaciones exageradas, pero eso le da al conjunto un tono cómico que no sobrepasa los límites del esperpento como sí lo han hecho otras películas como Recortes de mi vida.


Los actores son los que mantienen el peso de la trama al ser una película que se desarrolla en torno a los diálogos que mantienen los personajes. Nicole Kidman siempre realiza una gran interpretación, salvo en contadas excepciones, pero cuando su rol tiene un toque perverso es mucho mejor, y aquí es imposible sentir rechazo por su estirado personaje. Jennifer Jason Leigh funciona como su contrapunto y se adapta perfectamente a las aristas de su papel, al igual que Jack Black protagoniza los momentos más descacharrantes de la película, aportando su personal sentido del humor que nunca queda fuera de contexto. El actor que interpreta al hijo de Margot, Zane Pais, está correcto y la breve aparición de John Turturro no es para nada desdeñable.


Por tanto, Margot y la boda es una película no apta para todos los paladares, pues algunos no sentirán empatía por unos personajes tan extravagantes y enrarecidos, pero pasarán por alto uno de los mayores alicientes de la cinta, y es que más allá de la neurosis encontramos personas humanas con sus virtudes, particularidades, defectos y contradicciones.
Una película para alienados que no se avergüenzan de serlo.

***1/2

P.D: Alienados sin connotación negativa a no ser que reproduzcan comportamientos intolerables de algunos personajes de la cinta (como el caso de los vecinos).

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