28/12/07

Con la compra de un juguete regalamos reflexión sobre la muerte



En los tiempos que corren en los que los juguetes son cada vez más sofisticados, es reconfortante ver que todavía hay cabida para la Rana Gustavo, los coches de bomberos y los peluches (cuanto más feos más graciosos). Todos se pueden encontrar en la tienda mágica de Mr. Magorium, un paraíso terrenal para los críos, sobretodo en Navidad, época líder en cuanto al consumismo infantil... y no tan infantil.



Pero en la juguetería de Mr. Magorium lo más importante no son los juguetes, sino el mensaje que trae sobre la aceptación de la muerte, mensaje muy poco explorado en el cine destinado al público infantil, las pocas referencias que hay sobre el tema son bastante antiguas (El rey león, Bambi). Aquí lo tratan de una forma bastante natural, y aunque es un tema espinoso que podría causar algún trauma pasajero está tratado con mucho tacto.




Dustin Hoffman y Natalie Portman son los verdaderos reyes de la función, dotando a sus personajes del carisma necesario para caer simpáticos sin pasarse de rosca (a Dustin se le ve la intención pero nunca llega a ese punto), al igual que Jason Bateman que cae bien desde el primer momento con su papel de ejecutivo gris pero con fondo juguetón.




Sin embargo, la juguetería falla en el aspecto más primario, el guión, y resulta extraño porque detrás de las cámaras se encuentra Zach Helm, sin experiencia como director pero guionista reputado (Más extraño que la ficción). Aquí parece que se ha centrado más en el colorido y la puesta en escena que en el desarrollo de la propia historia, reducida a una premisa divertida y original que avanza de forma lineal y sencilla, pecando a veces de ingenua.

Pero con todo, es una propuesta cargada de buenas intenciones y buen rollo. Ahora todos a comprar los peluches raros que salen en la película. Arriba el consumismo.




... ¿A que son super bonitos?

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