¿De qué va?: Un viaje de Londres a la Riviera francesa hará que Joanna y su marido Mark revivan los románticos comienzos de su relación, los primeros años de su matrimonio y sus respectivas infidelidades en los distintos viajes por carretera que han hecho juntos. Con el paso del tiempo ambos han cambiado, por lo que tendrán que enfrentarse a un dilema: separarse o aceptarse mutuamente tal como son.
Reputación: Stanley Donen estaba empeñando en volver a trabajar con Audrey Hepburn tras haberla dirigido en Una cara con ángel (1967) y en Charada (1963), por lo que le ofreció el papel protagonista de su siguiente proyecto, Dos en la carretera. Sin embargo, la actriz no estaba interesada en interpretar para la gran pantalla el mismo trance por el que estaba pasando en su matrimonio con Mel Ferrer. Como excusa para rechazar el papel, adujo que Encuentro en París (1964) había fracaso en taquilla por los continuos saltos temporales, un recurso que también está presente en la película de Donen. A pesar de todo, Donen no cesó en su empeño hasta conseguir el sí de Hepburn, quien por cierto fue animada por el propio Ferrer. Para el papel masculino se barajaron los nombres de Paul Newman, que lo rechazó directamente, y Michael Caine, que tenía la agenda muy apretada, por lo que al final recayó en Albert Finney, cuya carrera se encontraba en su máximo apogeo tras haber protagonizado Tom Jones.
Las mejores pistas para situarse cronológicamente en la historia residen en el peinado y el vestuario de Hepburn, quien renunció a su diseñador predilecto para recurrir a las colecciones prêt-à-porter de la época. La película recibió una única nominación al Oscar por el guión de Frederic Raphael, quien años después volvería a escribir un libreto sobre un matrimonio en crisis, el de Eyes Wide Shut junto a Stanley Kubrick. La Academia dudó en si nominar a Audrey Hepburn como mejor actriz por ésta película o por Sola en la oscuridad, estrenada el mismo año y que fue por la que finalmente fue candidata al Oscar.
Comentario: Dos en la carretera me parece el antecedente directo de una de mis películas favoritas, (500) días juntos, puesto que presenciamos de forma desordenada pero con lógica interna las distintas fases por las que pasa una relación, en este caso desde el excitante comienzo hasta el desencanto que se produce tras muchos años de matrimonio. La línea de diálogo que mejor define el contenido de la película es la que reza “¿Qué clase de personas son las que se pasan horas sin tener nada que decirse? Los matrimonios”. Sin embargo, el mensaje no es tan pesimista como cabría esperar pero sí bastante realista. Excelente trabajo el de su pareja protagonista y el de edición, que va pasando de una línea temporal a otra de forma ingeniosa y natural. Algunos pasajes son muy divertidos, como el viaje que comparten con otra pareja y su desquiciante hija. En definitiva, un retrato soberbio del amor y la institución matrimonial con una combinación adecuada de nostalgia, romanticismo y aflicción.
Próximo visionado: Muerte en Venecia (1971)
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