Int.: Joaquin Phoenix, Josh Brolin, Owen Wilson, Katherine Waterston, Reese Witherspoon, Benicio del Toro, Martin Short, Jena Malone
¿De qué va?: Doc Sportello es un peculiar detective de la ciudad de Los Ángeles durante los años 70 que recibe la visita de su ex, Shasta, quien le pide ayuda para encontrar a su amante, un magnate inmobiliario que tenía la intención de devolver a la sociedad todo lo que le había robado. Sportello se ve enredado entonces en una intriga en la que los escrúpulos chispean por su ausencia.
Puro vicio continúa la senda indescifrable de The Master, aunque, a juzgar por los comentarios de los que han leído la novela de Thomas Pynchon en la que se basa, no había otra manera de llevarla a la gran pantalla manteniendo su espíritu intacto. La película comienza como una sencilla investigación detectivesca, la búsqueda de una persona desaparecida, y conforme se van descubriendo nuevos datos, aparecen nuevos personajes y surgen nuevas incógnitas, el hilo de la trama se va enrevesando hasta que ni el propio protagonista se ve capaz de desenredarlo... sobre todo porque va de marihuana hasta arriba. Puro vicio se revela como una suerte de El sueño eterno setentero en el que la resolución del misterio es una simple excusa para dibujar un retrato de Estados Unidos construido a través de esbozos y breves alusiones a su contexto histórico, político; económico y social, más deprimente de lo que aparenta su jocosa atmósfera.
La película resulta psicotrópica, no a nivel visual sino narrativo, y en medio de la vorágine se encuentra un Joaquin Phoenix en estado de gracia. Quién si no podría protagonizar una película tan indescifrable y alienada, después de hacer creer al mundo entero que se le había ido la olla cuando rodaba el falso documental I'm still here... Quizás Shia LaBeouf. Pero el caso es que Phoenix demuestra que tiene una gran expresividad cómica mientras interactúa con una larga serie de personajes a cada cual mas esperpéntico. A algunos los veremos en varias ocasiones, como al indescifrable agente de policía al que da vida Josh Brolin o la sugerente e hipnótica femme fatale interpretada por Katherine Watertson, y a otros los avistaremos una vez y nunca más, alimentando la confusión generalizada.
Puro vicio tiene gracia, encanto y algo de lógica hasta cierto punto que ronda la hora y media de película. Pero a partir de entonces resulta muy tentador rendirse ante el esfuerzo de encontrar sentido y lecturas ocultas a lo que está sucediendo, sobre todo en los últimos treinta minutos, que se hacen muy cuesta arriba, y es que 148 minutos de metraje son excesivos para una película de estas características se mire por donde se mire. Así pues, Puro vicio no es un filme para nada desdeñable, pero tampoco garantiza una recompensa por haberle dedicado un esfuerzo extra. Paul Thomas Anderson ya juega en modo experto, porque tiene ese estatus que le permite hacer lo que le salga de los mismísimos, mientras prestigiosos investigadores de la universidad de Cambridge investigarán qué droga hay que tomar para desentrañar Puro vicio. Gustar no implica entender, y este es un ejemplo de ello a medias.
6/10