Dir.: Eric Darnell
¿De qué va?: Alex, Marty, Gloria y Melman están decididos a volver a su hogar en el Zoo de Central Park en Nueva York. Tras abandonar África, llegan a Europa en busca de los pingüinos y los chimpancés, que se las han ingeniado para asaltar la banca de un casino de Mónaco. Sin embargo, los animales son descubiertos por la capitana Chantel DuBois, que está empeñada en lucir la cabeza de Alex el león en su mural de trofeos disecados.
Reseña: La experiencia cinéfila nos dice que, salvo honrosas excepciones, segundas partes nunca fueron buenas y que cuando una película se convierte en franquicia se convierte en un más de lo mismo, en una repetición que acaba convirtiendo sus puntos fuertes en rutina. Pero tampoco nos conviene olvidar que “de los errores se aprende” y que “a la tercera va la vencida”. ¿Por qué? Pues porque la tercera parte de Madagascar es, contra todo pronóstico, la mejor entrega de la saga más taquillera de Dreamworks Animation, pero ni mucho menos la mejor. Hasta ahora.
La primera Madagascar era divertida pero acarreaba un gran problema de base: la falta de carisma de sus protagonistas. Su secuela no mejoró la situación, incluso el aburrimiento llegó a asomarse de vez en cuando, por lo que no tenía demasiadas esperanzas puestas en la tercera vuelta. Y creo que esa fue una de las cosas por las que me sorprendió tanto, la falta de expectativas. Conscientes de que tienen entre manos un producto que no puede ir más allá de la pura diversión, los responsables de Madagascar han optado por ofrecer un entretenimiento que guste a todo el mundo, que los continuos gags tengan un hilo narrativo consistente, equilibrar la balanza entre los personajes principales y secundarios y, en definitiva, tirar la casa por la ventana y volverse completamente locos.
De este modo, la cebra, el hipopótamo y la jirafa tienen una presencia acorde con su justito carisma; del león no nos libramos porque es el absoluto protagonista, aunque aquí ha mejorado bastante. Los pingüinos siguen haciendo de las suyas (se avecina el spin-off) y los lémures siguen ofreciendo los mejores puntos de la película: atentos a la historia de amor entre el rey Julien y la osa, completamente hilarante. La pena es que el pequeño Mort no tenga más momentos para lucirse después de protagonizar uno de los mejores gags de la película (en su llegada al tren). Pero sobre todo, se nota que se han puesto las pilas con los nuevos personajes, mucho más divertidos y peculiares que los de la secuela (¿alguien los recuerda?) y con una villana antológica en cabeza, la capitana Chantel DuBois, una mezcla imposible entre Terminator y Edith Piaf, con un gran doblaje de Eva Hache en la versión española.
Puede que la clave del enorme salto cualitativo que ha dado la franquicia sea que Noah Baumbach, guionista de Fantástico Sr. Fox, Una historia de Brooklyn, Life Aquatic, etcétera, ha sido uno de los responsables de su libreto. Pero no sólo el guión, delirante, plagado de rápidas réplicas, colmado de buenísimo humor absurdo y libre de cargante moralina, es el responsable de que la cinta sea tan disfrutable; el apartado técnico también ha mejorado bastante, con unos escenarios muy cuidados, un montaje preciso y unas secuencias que ofrecen una explosión de colorido apabullante. Madagascar 3: De marcha por Europa no trascenderá. Sus intenciones, al igual que sus antecesoras, se limitan a hacer que el público se lo pase en grande. La cuestión es, que a diferencia de las otras, ésta las cumple con creces.
7’5/10
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