Todo aquel que ha ido a visitar a alguno de sus abuelos a una residencia sabe lo que se siente al ver esos salones con ancianos sentados a su alrededor, unos viendo la tele, otros charlando entre ellos o con los familiares que les visitan (si tienen suerte) y otros mirando al infinito, absortos en sus pensamientos y recuerdos. Es un panorama muy triste porque parece que muchos están ahí esperando a que llegue lo inevitable, no haciendo otra cosa más que comer y dormir, y uno no puede evitar pensar si eso es lo que le depara en el último tramo de su vida si es que tiene la suerte de llegar a una edad tan avanzada.
Con todo, nadie sabe lo que es vivir en un geriátrico salvo los ancianos y sus trabajadores. Arrugas, basada en una novela gráfica de Paco Roca, nos mete de lleno en uno de ellos siguiendo los pasos de Emilio, que es ingresado por su hijo cuando empieza a experimentar los primeros síntomas de un Alzheimer. Arrugas sirve como complemente perfecto de Lejos de ella, la ópera prima de Sarah Polley que también versaba sobre un paciente de Alzheimer en una residencia pero desde el punto de vista del amor de su vida, al que olvida. Aquí el eje central es la amistad entre Emilio y su compañero de cuarto, Miguel, que con picardía ha sabido sacar provecho de su estancia en la residencia, y a partir de ahí conocemos al resto de sus habitantes: la anciana que busca siempre un teléfono, la mujer que va subida a un tren que nunca llega a la estación o la pareja que ha permanecido junta desde que se conocieron de jóvenes (precioso momento el del flashback).
Aun siendo de animación y teniendo una técnica no especialmente destacable, Arrugas es una de las películas más realistas y desoladoras del año, aunque tampoco carga demasiado las tintas en el drama, sino que le añade un componente tierno y cómico que le sienta como un guante y se vale de metáforas y recursos visuales muy originales para expresar en imágenes lo que en otra forma quedaría muy redundante. Sin embargo, me quedé un tanto desconcertado con el epílogo, un gag que en parte contradice el trasfondo de toda la película.
Arrugas es una de las mejores películas españolas y de animación de los últimos años. Debería haber sido nominada en la última edición de los Oscar, que al final resultó un despropósito de categoría por cierto. Dudo que exista otra película que retrate mejor la estancia en un asilo y de los sentimientos que se deben experimentar ahí, como la soledad, la amistad, el aburrimiento, la nostalgia, la impotencia… Pero qué sabré yo, que sólo he estado en uno unas pocas veces y me he sentido como un extraterrestre en un planeta en el que, sinceramente, no me gustaría establecerme.
8’5/10
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