Pastillas para el dolor ajeno

Dir.: Steven Soderbergh
Int.: Jude Law, Rooney Mara, Catherine Zeta-Jones, Channing Tatum, Vinessa Shaw, Ann Dowd
¿De qué va?: Emily es una joven que se vuelve adicta a un nuevo medicamento que le receta su psiquiatra para paliar la ansiedad que sufre cuando su marido sale de la cárcel, pero el fármaco comienza a tener efectos secundarios inesperados que amenazan con destruir las vidas de todos los implicados.

Reseña: Los fármacos son la solución a mucho de los dramas del primer mundo. La población está sobremedicada porque tomamos pastillas para cualquier cosa, ya sea perder peso, paliar un simple resfriado, curar una depresión, etcétera,  lo cual no hace más que enriquecer a una industria farmacéutica cuya influencia está ampliamente extendida, sobre todo en Estados Unidos, donde se anuncian pastillas para la depresión como si de un producto de belleza se tratara. Tras ahondar en el mundo de las drogas ilegales en Traffic y el ciclo vital de una epidemia en Contagio, Steven Soderbergh se despide ¿definitivamente? del cine con un thriller que nos pone en alerta sobre el uso y abuso que hacemos de los fármacos prescritos.

Durante la primera mitad de Efectos secundarios, Soderbergh pone de manifiesto la forma en la que los medicamentos entran en circulación, con psiquiatras pagados por empresas farmacéuticas para poner a prueba sus nuevos productos, a través de recomendaciones entre amigos o por un simple ‘ensayo y error’ en el que los pacientes acaban por convertirse en una probeta de experimentación. Sin embargo, cuando los efectos secundarios del título entran en juego, la película da un giro de 180º y deja de un ser un drama con tintes de suspense para convertirse en un thriller puro y duro de giros de guión de infarto y revelaciones sorprendentes producidas por haber ocultado información al espectador de forma deliberada.

Uno acaba perdiéndose dentro del juego de manipulaciones y engaños que realizan los personajes, pero lo más grave es que desaparece todo el mensaje crítico expuesto porque la resolución de la trama poco tiene que ver con el panorama de peligrosa adicción a los fármacos que nos había pintado Soderbergh durante el primer acto. Al menos el reparto es la mar de solvente, con una turbadora Rooney Mara y un muy eficaz Jude Law en cabeza, pero ni ellos pueden impedir que se nos arquee una ceja cuando descubrimos todo el pastel.

Me pasa algo curioso con esta película de carácter bipolar, porque me interesa más su primera cara, la que pone en jaque a la industria farmacéutica como ya hizo El jardinero fiel (que combinaba mucho mejor el drama con el suspense), pero me divierte más la segunda por los constantes trucos de guión que va destapando. Aun siendo una película de acabado más que correcto, no puedo dejar de sentir una leve decepción porque lo que empieza con una premisa distintiva y sugerente acaba resolviéndose de forma ramplona, pedestre y algo culebronesca. De consumo ligero e inocuo.

6/10