Dir.: Ryan Gosling
Int.: Christina Hendricks, Saoirse Ronan, Ian De Caestecker, Matt Smith, Eva Mendes, Ben Mendelsohn, Barbara Steele, Landyn Stewart
¿De qué va?: En los decadentes suburbios de Detroit, Billy lucha por sacar adelante a sus hijos y no perder su casa. Cuando su tiempo se agota, acepta un nuevo trabajo en un extraño lugar donde nada es lo que parece. Al mismo tiempo, su hijo Bones intenta sobrevir al violento acoso del peligroso Bully. En sus intentos de huir de los “monstruos” que les acechan, Billy y Bones se adentran en un mundo mágico que les llevará a lugares que nunca hubiesen imaginado.
Reseña: El Festival de Cannes puede ejercer tanto de plataforma de despegue internacional como de cementerio de elefantes. Si una película es abucheada en Cannes, difícil lo tiene para poder acaparar atención a posteriori. Y no siempre todas esas películas merecen el escarnio al que son sometidas. A bote pronto, el primer caso que me viene a la mente es el de María Antonieta de Sofia Coppola, demasiado moderna (y poco francesa) para la crítica gala. De la edición del año pasado, resonó la mala acogida que tuvo el debut en la dirección de Ryan Gosling, Lost River, hasta tal punto que su distribuidora americana intentó vendérsela a otra compañía y ha terminado por estrenarla de tapadillo, casi como pidiendo perdón. Y tampoco es para tanto.
Gosling es director, productor y guionista de una siniestra fábula con ecos de Los tres cerditos que gira en torno a la tiranía que ejerce los que tienen el poder sobre los que deben buscar los recursos para sobrevivir. Los primeros creen que dominan el presente y el futuro, mientras que los segundos se aferran a un pasado mejor que se les escapa de las manos porque está siendo derribado por los que están por encima. La trama se nutre de elementos surrealistas tales como un antro en el que se realiza un sádico espectáculo para complacer los deseos macabros de sus clientes o una maldición originada bajo el agua, pero todo resulta más sencillo y menos críptico de lo que cabría esperar. El principal problema reside en que, a pesar de que las referencias que ha tomado Gosling son buenas (Nicolas Winding Refn, David Lynch, David Cronenberg…) no termina de digerirlas ni de hacerlas suyas para entregar algo que tenga identidad propia.
Al menos, Lost River contiene imágenes que serán de lo más alucinante que recogeremos de la cosecha cinéfila de este año, gracias especialmente al excelente trabajo de fotografía realizado por Benoît Debie, pero muchos de esos planos son bonitos de por sí, sin evocar nada más, ya sea por reiteración (las casas en llamas) o porque el relato va bastante justo tanto en sus lecturas sociológicas como en emoción. Y eso que el reparto no lo hace nada mal: Ian De Caestecker es un eficiente álter ego de Gosling, Christina Hendricks sale airosa de las contradicciones de su personaje, Saoirse Ronan está más guapa y magnética que nunca, Eva Mendes tiene una breve pero sugerente intervención y Matt Smith y Ben Mendelsohn ejercen de los lobos feroces del cuento, tan turbadores como conscientemente autoparódicos y excesivos.
Lost River es carne de obra de culto, incomprendida y despreciada por muchos e idolatrada por unos pocos. No sabemos si Ryan Gosling se habrá quedado con ganas de repetir experiencia, pero no debería desistir; al fin y al cabo, ésta es su primera película, imperfecta, pero también estimulante. Si consigue colocar a un mismo y asequible nivel sus pretensiones formales y narrativas puede ser capaz de conseguir el beneplácito consensuado que se le ha escapado esta vez.
6/10
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