Dir.: Michael Haneke
Int.: Jean-Louis Trintignant, Emmanuelle Riva, Isabelle Huppert, Alexandre Tharaud, William Shimell
¿De qué va?: Georges y Anne son dos profesores de música clásica jubilados que han sobrepasado los ochenta años. Un día, Anne sufre un infarto. Al volver del hospital, un lado de su cuerpo está paralizado. El amor que ha unido a la pareja durante tantos años se pondrá a prueba.
Reseña: Amor es una película de miedo, pero no de las que das un brinco por el susto que te da el golpe de música de rigor (prácticamente no hay banda sonora), sino de esas cuyo terror te cala los huesos y te deja trastornado cada vez que piensas en ella. Amor es tan cruel como Funny Games, aunque es más potente porque está despojada de los recursos metalingüísticos de aquélla, resultando ser algo más natural y por tanto más aterrador. Aquí la amenaza no es exterior, proviene de dentro del hogar y nos crea un nudo en la garganta, porque sólo los que vivamos más tiempo, los afortunados que lleguemos más allá de los 70, seremos los que experimentemos un calvario tal que así.
El filme comienza como muchas pelis de terror, mostrando el final para luego dar comienzo a un largo flashback en el que veremos qué ha pasado entre las cuatro paredes donde se desarrolla toda la acción para que el resultado sea ése. El mal no es un ser sobrenatural, sino el ciclo natural de la vida, cuando llega el momento de que nuestras facultades fallan y nos convertimos en personas incapaces de valerse por sí mismas. Es entonces cuando aparece la negación, la vergüenza de no ser autosuficientes y, finalmente, la resignación de que nuestro fin se acerca. En Amor se abarca todo este proceso pero no tanto desde el punto de vista del enfermo sino de la persona que duerme a su lado y de la aflicción que siente cuando ve que su compañera de vida se está marchitando.
Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva realizan una de esas magníficas interpretaciones sin fisuras, que se perciben tan auténticas como si una cámara invisible se hubiera colado en su casa para grabarles. Riva ha sido quien más alabanzas ha recibido (de ahí su nominación al Oscar) porque expresa perfectamente la degeneración y el sufrimiento de su personaje, pero Trintignant le hace una réplica perfecta como la persona que siente una inmensa frustración al verse incapaz de apaciguar su dolor. Isabelle Hupert realiza una pequeña pero estimable intervención como la hija del matrimonio que, al igual que pasa en muchas familias, duda sobre qué sería lo mejor para sus padres, si dejarlos en su casa o confinarlos en una residencia.
Aunque pueda parecer que Amor es la película más accesible de la filmografía de Michael Haneke, el director continúa con su estilo pausado, dilatado y naturalista en el sentido de que introduce en el metraje planos estáticos y acciones cotidianas y no pasará al siguiente hasta varios segundos después de que la habitación haya quedado vacía (por poner un ejemplo). Esto hará las delicias de sus cada vez más seguidores pero crispará a los que piensen, como un servidor, que se podía haber contado en menos tiempo la misma historia sin perder ni un ápice de su mensaje e impacto.
Lo bueno de Haneke es que, a diferencia de otros cineastas objeto de culto del sector gafapasta que no voy a mencionar por miedo a represalias, es que aunque te hayas aburrido durante las tres cuartas partes del metraje y no hayas entendido ciertas cosas (a mí la metáfora de la paloma me chirría bastante), su mensaje siempre acaba calando hondo y se te queda anclado en el subconsciente. De ahí que se haya convertido en el nuevo autor europeo venerado en Hollywood, donde tanto el cine como la vida van a otro ritmo y hay ciertos temas que son considerados tabú.
8/10
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