Dir.: Kenneth Branagh
Int.: Lily James, Cate Blanchett, Richard Madden, Helena Bonham Carter, Holliday Granger, Sophie McShera, Stellan Skarsgård, Derek Jacobi
¿De qué va?: Ella es una joven cuya idílica vida se viene abajo cuando, al fallecer sus padres, queda a merced de su madrastra y sus dos hermanastras, que la convierten en su sirvienta. Pero Ella no pierde la esperanza y a pesar de la crueldad con la que la tratan, está dispuesta a cumplir las últimas palabras de su madre, que le dijo que debía “ser valiente y generosa”.
Reseña: Disney ha intentado exprimir hasta la última gota de la rentabilidad de sus clásicos a través de ediciones especiales en DVD (la remasterizada, la que incluye la versión karaoke, la diamante, la que tiene en la portada a los villanos…), DVDs interactivos sobre sus princesas, secuelas lanzadas directamente al mercado doméstico, e incluso se atrevió a sacar un “Qué hubiera pasado si a Cenicienta no le hubiese encajado el zapato de cristal”. Pero nada les ha funcionado tan bien como las adaptaciones en acción real, de ahí que en los próximos años será el turno de La bella y la bestia, El libro de la selva, Dumbo, Mulán, Winnie the Poo… Hasta que llegue Frozen y vuelvan a empezar de nuevo o busquen otra fórmula.
Si bien Alicia en el país de las maravillas era una secuela y Maléfica una reinterpretación del cuento bajo el punto de vista de una villana no tan malévola, Cenicienta es prácticamente un remake de la cinta animada de Disney, manteniendo la trama intacta pero limando asperezas para rellenar huecos y no resultar tan anticuada en ciertos aspectos (ya no hay una rata que diga que coser es cosa de mujeres). Así, al comienzo de la película conocemos a los padres de Cenicienta y la razón por la que ésta es tan asertiva que peca de tonta, su triunfo no depende tanto de la magia como de su integridad moral, y la protagonista y su príncipe gozan de un encuentro pre-baile en el bosque para que su amor tenga algo más de consistencia. Aún así, esta Cenicienta carece de la ironía de su álter ego en la injustamente vilipendiada Into the Woods y va a la contra del mensaje de Frozen sobre lo ridículo que resulta casarse con un hombre al que conoces de un baile. Por cierto que antes de que empiece Cenicienta se proyecta un corto de Frozen que es más un regalo ‘cuqui’ para sus millones de fans que algo especialmente destacable.
La teatralidad inherente en la dirección de Kenneth Branagh le sienta como un guante a la historia, y solventa con espectacularidad la única secuencia trepidante de la película: la huida de palacio mientras el hechizo desaparece. La neobarroca dirección artística y el sobrecargado vestuario cumplen su función de aclimatarnos al cuento de hadas y purpurina al que hemos sido transportados y en el que Lily James está bien como Cenicienta, de la misma forma en la que Richard Madden lo está como príncipe, es decir, tan correctos como aburridos. Menos mal que por ahí merodea Cate Blanchett, que nos lo hace pasar tan bien como ella se lo tuvo que pasar dando vida a la vil madrastra. Qué duda cabe de que su interpretación es demasiado histriónica, pero es ella, junto a sus dos necias hijas, encarnadas por Holliday Granger y Sophie McShere, la que insufla de auténtica diversión a este azucarado bombón.
Y es que Cenicienta es así, un bombón de esos que sabes que va a ser demasiado empalagoso pero que acabas probando, ya sea por glotonería o por lo tentador que resulta. El cuento del zapato de cristal está tan asimilado en la cultura popular y sus elementos son tan míticos que poco nos importa que nos lo vuelvan a contar una vez más, aunque luego nos quejemos de que es tan cursi como el mantra que se repite una y otra vez Cenicienta a lo largo de la película de que debe ser valiente y generosa. Esta princesa de cuento no encaja en el descreído mundo actual, y quizás por eso mismo es por lo que resulta tan llamativa.
6/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario