Dir.: Steven Knight
Int.: Tom Hardy, Olivia Colman, Ruth Wilson, Tom Holland, Andrew Scott, Ben Daniels
¿De qué va?: Ivan Locke ha trabajado duro para construirse una buena vida. Esta noche esa vida se derrumbará a su alrededor. En la víspera de su mayor reto laboral, Ivan recibe una llamada telefónica que desencadena una serie de acontecimientos que le darán la vuelta a su familia, a su trabajo y a todo su mundo.
Reseña: Hace cuatro años, Rodrigo Cortés realizó con Buried un prodigio técnico y narrativo con tan solo un actor en pantalla en un único y claustrofóbico espacio, aunque también es verdad que La cabina de Antonio Mercero sentó precedente décadas atrás. Locke cuenta con los mismos ingredientes, pero cambiando a Ryan Ryenolds por Tom Hardy y el ataúd de madera por un BMW. Casi que mejor. Además, la vida del segundo no pende de un hilo, aunque sí que da un giro de 180º en los escasos 85 minutos que dura la película.
Aunque lo pueda parecer a primera vista, Locke no es un thriller, sino un drama. El misterio sobre qué le ocurre a este hombre y hacia dónde se dirige se resuelve muy pronto, así que el suspense no es lo primordial para su director, Steven Knight. Sin entrar en spoilers, la película gira en torno a la toma de decisiones cruciales, y cómo éstas, ya sean correctas o erróneas, pueden destrozar nuestras vidas y las de los que nos rodean, a pesar de que asumamos toda la responsabilidad y afrontemos la realidad sin cortapisas. Durante todo el trayecto nocturno del que se compone la cinta, Locke realiza una serie de llamadas en las que recibe una buena tanda de guantazos (¿inmerecidos?) que recibe estoicamente al volante de su coche, siendo consciente de que está circulando por una autopista en la que ya es imposible cambiar de dirección.
Las llamadas se alternan y fluyen con interés y buen ritmo, escalando progresivamente en una tensión que finalmente se escurre en los últimos minutos. No obstante, la mayor hazaña de la película la realiza Tom Hardy dando una lección de templanza interpretativa. En vez de tirar por la vía fácil y efectista de la reacción exagerada, el actor opta por la sobriedad y por mostrar las diferentes emociones de su personaje a través de cambios sutiles en el tono de voz, en los ojos y en el lenguaje facial para dar vida a un tipo bastante antipático pero humano, tanto para lo bueno como para lo malo. Una interpretación excelente y perfectamente replicada por los actores que se encuentran a la otra línea del teléfono y que se sienten como si estuvieran en el asiento del copiloto.
Las únicas conversaciones que están fuera de lugar son las que mantiene el protagonista con un fantasma de su pasado que él ubica en el asiento trasero del coche. Está ahí para dar cuenta de las motivaciones de Locke, aunque en realidad no haga falta porque ya las descubrimos en los diálogos que mantiene con el resto de personajes. Eso y un final correcto pero parco de garra son los principales puntos débiles de una película que demuestra que no hacen falta muchos recursos para contar grandes historias; con tan solo un buen actor en una historia que indague en las contradicciones humanas ya es más que suficiente.
7’5/10
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