¿De qué va?: Después de obtener un éxito rotundo, un director de cine atraviesa una crisis de creatividad e intenta inútilmente sacar adelante su nueva película. En esta situación, empieza a pasar revista a los acontecimientos más importantes de su vida y a recordar a todas las mujeres a las que ha amado.
Reputación: Una de las películas cumbre en la carrera de Federico Fellini. Se trata de una historia muy autobiográfica, aunque este hecho haya sido reconocido y negado, según como le viniese el ánimo, por el propio Fellini. Pese a que en un principio se iba a titular La bella confusione (La bella confesión), el director se decantó por Ocho y medio porque se trataba del trabajo número ocho y medio en su filmografía, al haber rodado anteriormente siete filmes y medio considerando sus colaboraciones en los proyectos colectivos Amor en la ciudad y Bocaccio ‘70 que le unieron a otros prestigiosos cineastas italianos. Para sorpresa de su autor, la cinta obtuvo un gran éxito y fue galardonada con el Oscar a mejor película de habla no inglesa en 1963. Años más tarde se adaptó su argumento para realizar el musical de Broadway Nine con la aprobación de Fellini, que sólo puso como condición que su nombre no figurase en el título ni en la lista de personajes. El triunfo del musical, protagonizado por Antonio Banderas en una de sus últimas reposiciones, propició una adaptación cinematográfica en 2009 que sin embargo no cosechó el éxito esperado. Curiosamente, cuatro años después del rodaje de Fellini, ocho y medio, fue el productor Dino de Laurentiis el que padeció una situación similar a la narrada en la película: una vez construida una colosal réplica de la catedral de Colonia en Cinecittá, decorado esencial para el rodaje de Il viaggio di G. Mastorna, el director, el mismísimo Federico Fellini, le dejó plantado y sin película.
Comentario: Más que exteriorizar sus demonios internos, lo que hizo Fellini en esta película fue plasmar en ella a todas las musas de su vida: desde la prostituta por la que empezó su despertar sexual cuando era pequeño hasta su esposa, de la que se había distanciado tanto que ambos se sentían como extraños, pasando por su madre, su amante, su actriz fetiche, etcétera. Fellini recurrió a todas ellas para hablar de un problema que sufre incluso el mayor artista del planeta: la falta de inspiración y la inseguridad que ello provoca. Mezclando la realidad con ensoñaciones de su álter ego en la ficción encarnado magníficamente por Marcello Mastroianni, Fellini realiza una de sus obras más personales y distintivas, aunque particularmente prefiero otras películas de su filmografía con las que me involucré más como La dolce vita, Las noches de Cabiria o La strada.
Próximo visionado: Te querré siempre (1954)
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