¿De qué va?: En un extraño y deprimente mundo futurista donde reinan las máquinas, un tranquilo burócrata recibe el encargo de entregar un cheque a la familia de un hombre que fue capturado y asesinado por el Estado al ser confundido con un guerrillero. En el transcurso del recado, el funcionario conoce a la mujer de sus sueños e inicia la mayor aventura de su vida.
Reputación: Terry Gilliam realizó Brazil como la segunda entrega de una trilogía formada por Los héroes del tiempo (1981) y Las aventuras del Barón Munchausen (1988) cuyo tema común es la lucha por la imaginación y la libertad de pensamiento en un mundo que se opone a dichas ideas. La distopía en la que se desarrolla la acción está situada en algún lugar del siglo XX y la imaginería visual mezcla elementos de muchas décadas de dicho siglo, lo que contribuyó a crear una atmósfera irreal. Antes de dar con el título de Brazil, el proyecto se llamó El Ministerio de la Tortura, 1984 y medio (en alusión a Fellini 8 y medio y a la famosa novela de George Orwell), Brazil, o cómo aprendí a vivir con el sistema… hasta ahora (en homenaje a ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú) y Dr. Strangelove, o cómo aprendí a dejar de preocuparme y amar la bomba. Con 15 millones de dólares de presupuesto, para completar la película se necesitaron 9 meses de rodaje, 6 de montaje y la pérdida de sensibilidad en las piernas de Gilliam debido al estrés, además de conflictos en el set con la actriz protagonista, Kim Greist, que tenía una actitud de diva impropia de una casi debutante.
Sin embargo, lo peor aún estaba por llegar. Fox se encargaba de distribuir la película en Europa, donde gustó bastante, mientras que Universal debía hacerlo en Estados Unidos. El director de esta última, Sid Sheinberg, instó a Gilliam de que cambiase el final del filme por considerarlo demasiado oscuro y deprimente, además de recortar el metraje, cosa que el cineasta rechazó, por lo que el filme fue embargado. Universal realizó una edición conocida como Brazil: Love Conquers All, que aportaba una mayor comicidad a la historia y le otorgaba un final feliz, lo que cambiaba todo el sentido de la cinta. Tras varios ataques directos de Gilliam hacia Sheinberg, la versión del director consiguió estrenarse de forma limitada en Estados Unidos y se convirtió rápidamente en una obra de culto. El documental Battle for Brazil recoge toda la lucha de Gilliam por estrenar su película tal y como la había planteado en los cines norteamericanos.
Comentario: Brazil funciona a tres niveles interconectados entre sí. El primero sería su estética steampunk y retrofuturista, donde lo antiguo se funciona con lo futurista para dar una visión diferente y particular de la sociedad humana, una realidad alternativa que no lo es tanto por lo mucho a lo que se asemeja al mundo real. Ya pasamos al segundo nivel, en el que el abuso de la burocracia, del poder, de la cirugía plástica y del control nos conduce a una sociedad coaccionada, aborregada y privada de libertad. Por último, en el tercer nivel nos encontramos con Sam Lowry (estupendo Jonathan Pryce), un hombre gris que debido a las circunstancias pasa de ser un apocopado funcionario a convertirse en el Ícaro que siempre había soñado, el héroe que rescate a la mujer perfecta y que se enfrenta a la Autoridad. Un final acorde con el tono de la película, brutal y sin anestesia, pone el broche de oro a una película un tanto excesiva, caótica y esperpéntica, pero que sin duda posee numerosas cualidades para justificar su estatus de obra de culto y la batalla que tuvo que librar Gilliam para conservar su integridad artística.
Próximo visionado: Fellini, ocho y medio (1963)
1 comentario:
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