¿De qué va?: Geneviève es una joven que ayuda a su madre en la tienda de paraguas que tienen en Cherburgo y que está enamorada de Guy, un joven mecánico con el que piensa casarse a pesar de la oposición de aquélla. Para pagar una deuda, la madre se ve obligada a vender un collar a un rico joyero que se enamora de Geneviève desde el primer momento. Mientras tanto, Guy tendrá que ausentarse durante dos años para ir a Argelia a hacer el servicio militar.
Reputación: Dentro de la Nouvelle Vague francesa surgida a finales de los años 50, aparecieron muchos cineastas de estilos muy diversos. Uno de ellos fue Jacques Demy, cuya admiración por el musical americano le condujo a experimentar con nuevas formas de combinar la música con las imágenes. La originalidad de sus planteamientos a la hora de combinar el melodrama romántico con el género musical dio como resultado una obra innovadora, Los paraguas de Cherburgo, obra que se alzó con la Palma de Oro del Festival de Cannes y catapultó la carrera de la actriz Catherine Deneuve. Los diálogos de la película están íntegramente cantados como si de una ópera se tratara, aunque no todos los actores cantan con su propia voz. El tema principal alcanzó celebridad internacional y fue traducido al inglés con el título “I Will Wait for You” e interpretado por cantantes como Frank Sinatra, Liza Minnelli y muchos más.
En 1964 fue nominada al Oscar de mejor película de habla no inglesa y al año siguiente fue mencionada en los apartados de mejor guión original, canción y banda sonora original y adaptada (yo tampoco lo entiendo). En vista de los buenos resultados de su experimento, Demy decidió adentrarse aún más en el musical americano con Las señoritas de Rochefort, para la que contó con Gene Kelly, pero el resultado no acabó de cuajar. Sin embargo, 20 años después de Los paraguas de Cherburgo, el cineasta volvió a rodar una película íntegramente cantada, Una habitación en la ciudad, en la que reemplazó el romanticismo de su precedente por una historia de tintes más realistas.
Comentario: En lo que se refiere al género musical, Los paraguas de Cherburgo está más cerca de Los Miserables que de Chicago. Con esto quiero decir que en el filme francés las coreografías y bailes brillan por su ausencia y, en cambio, todos los diálogos son cantados, hasta los “Hola ¿qué tal?”. Sin embargo, en vez de monólogos internos y del tremendismo dramático de la adaptación musical de la obra de Victor Hugo, en Los paraguas de Cherburgo hay un romanticismo pueril que acaba transformándose en la resignación y la melancolía propias de la edad adulta. Es muy interesante la forma en la que el director hace uso de la gama cromática de forma paralela a la historia, pasando de los colores chillones y saturados del primer acto a los tonos fríos y oscuros del tercero. Al no tratarse de un musical convencional, no hace falta ser fanático del género para dejarse llevar por el romanticismo húmedo de esta ópera francesa.
Próximo visionado: Los sobornados (1953)
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