Un video casero grabado en Super 8 en el que se muestran imágenes de una familia pasando un agradable tiempo juntos. De repente, el video da paso a unas imágenes terroríficas en las que se ve cómo todos los miembros del clan, salvo uno, son asesinados de forma macabra. Este es el principal instrumento para meternos el miedo en el cuerpo de Sinister, filme de Scott Derrickson, quien intenta redimirse tras perpetrar el desastroso remake de Ultimátum a la Tierra volviendo al género de terror, en el cual se enmarca su mejor filme hasta la fecha, El exorcismo de Emily Rose, una de las mejores películas sobre posesiones demoníacas.
Ethan Hawke interpreta a Ellison, un escritor famoso por sus libros, en los que analiza crímenes célebres. Buscando el éxito que no ha logrado alcanzar desde su primera novela, se traslada junto a su mujer y dos hijos a la casa donde una familia entera fue ahorcada salvo la hija pequeña, a la que nunca encontraron. En el desván de su casa encuentra una caja de películas caseras que le llevarán a obsesionarse con el caso y a enlazarlo con otros crímenes cometidos en otros lugares de Estados Unidos. Sinister resulta ser una película de género muy eficaz porque su historia contiene el suficiente misterio y horror para mantenernos clavados en el asiento durante todo el metraje, salvo cuando peguemos un brinco ante unos sustos la mayoría muy conseguidos.
Sinister toma prestada la idea de The Ring de utilizar el video tradicional como objeto de investigación y misterio sobrenatural y construye a su alrededor una trama sólida que bebe directamente del cine de terror oriental y que está enriquecida por la labor de Hawke, completamente creíble en su bajada a los infiernos mientras su inquietud y obsesión van en aumento, y en la terrorífica banda sonora compuesta por Christopher Young, malrollera, malsana y capaz de poner los puntos de punta al más pintado. El desenlace resulta un tanto precipitado y previsible, pero no por ello es menos coherente con lo mostrado previamente y mantiene la máxima de que una película de terror debe dejar a los espectadores con mal cuerpo después de finalizar.
La parte negativa viene de la mano de unos espíritus infantes que no imponen demasiado ni por maquillaje ni por interpretación y de la incidencia en algunos de los lugares comunes del género, como el rechazo del protagonista a encender las luces cuando oye ruidos raros por la noche, cosas metidas con calzador para despistar o los típicos sustos basados en el subidón de música y sin razón de ser. Con todo, diría que es una de las mejores películas de terror de los últimos años, en la línea de Insidious de combinar ideas antiguas con modernas, y que en comparación deja a la más taquillera y publicitada Mamá como una peli Disney. Habrá secuela, aunque no sea necesario.
7/10
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