Dir.: Andrew Stanton
Int.: Taylor Kitsch, Lynn Collins, Mark Strong, Dominic West, James Purefoy, Ciarán Hinds, Samantha Morton, Willem Dafoe
¿De qué va?: El veterano de guerra John Carter es transportado inexplicablemente hasta Marte, donde se verá envuelto en un conflicto de proporciones épicas entre dos reinos, convirtiéndose en la última esperanza de los habitantes del planeta.
Reseña: Todos los problemas que ha tenido John Carter desde su propia producción hasta su acogida en salas darían para un exhaustivo examen de estrategia comercial y marketing, y es que si algo ha quedado claro en este asunto es que Disney no ha sabido encontrar el enfoque adecuado para vender su producto, sin demasiada confianza, estrenándola de tapadillo, sin grandes premières y escaso merchandising. Muy poco bombo para una película que ha costado la friolera de 250 millones de dólares, cifra que por cierto ya ha alcanzado en la taquilla mundial, aunque debería recaudar el doble para empezar a dar beneficios. Un desastre que sólo se salvaría con mucho esfuerzo apretando en el mercado doméstico. ¿Pero merece John Carter semejante descalabro? Ya les digo yo de entrada que no.
John Carter se basa en Una princesa de Marte, novela de Edgar Rice Burroughs que ha servido de inspiración para multitud de autores aficionados a la ciencia ficción espacial, como George Lucas y James Cameron. Por eso la historia nos nos resulta especialmente ajena, porque no son pocos los que han bebido de sus fuentes, pero por otro lado, también se nota el influjo ejercido por la saga Star Wars en el fastuoso diseño artístico de la película, por lo que podemos decir que ha habido cierto “tráfico de influencias”. Pero si hay algo que salva a John Carter de la quema es su absoluta falta de pretensiones. Al principio le cuesta un poco sentar las bases de la trama y presentar las distintas civilizaciones de Marte y sus respectivos habitantes, pero en cuanto terminan los preámbulos y entra en materia uno puede dejarse llevar con facilidad y disfrutar de una historia sin trasfondo, transparente, pero tan cautivadora y entretenida como esas viejas historias de aventuras y fantasía que nos enamoraban cuando éramos pequeños. Así me sentía yo, como un enano, cada vez que John Carter daba un gran salto por el planeta rojo.
El filme no merece ser aupado hasta los altares del género, ni tampoco lo pretende: sus diálogos suenan a juego de rol añejo, las secuencias de batalla se resuelven con demasiada facilidad y perdí la cuenta de las veces en las que Carter salva a su amada de una caída mortal, pero es tan ligera y cándida en su ejecución que todas sus pegas se pueden pasar por alto si uno se sumerge de lleno, y la película tampoco pone demasiados impedimentos. El más importante quizás sea su indefinición, pues no es ni del todo infantil ni del todo adulta; tiene tanto gags tontorrones como detalles que se les escaparán a los más pequeños (de la violencia no digo nada porque a estas alturas están acostumbrados a eso y más). Esta falta de concreción pudo haber sido la responsable de la desafortunada campaña promocional de la que hablé en el primer párrafo.
Taylor Kitsch no se revela como el gran héroe de acción de la década pero realiza una labor muy correcta, y lo mismo podemos decir de su co-protagonista femenina, Lynn Collins. No desbordan carisma pero tampoco resulta muy complicado empatizar con ellos. Entre los secundarios destaca el sempiterno villano Mark Strong, Ciarán Hinds o la breve aparición de Bryan Cranston. En cambio, siempre me ha costado distinguir a James Purefoy de Dominic West, y menos mal que en esta película sus papeles son radicalmente opuestos porque de lo contrario no sabría decir quién es quién en cada escena. En definitiva, personajes tirando a planos y sin muchas complicaciones, acordes con un conjunto en el que destaca especialmente la partitura de Michael Giacchino.
John Carter es una película que funciona mejor por la experiencia que ofrece que por sus hallazgos y logros. Yo diría que hasta se disfruta más sin el 3D, puesto que así está más cerca de la clásica película de aventuras que en realidad es. Lástima que haya cosechado tan mala fama, porque peores películas han gozado de mayor éxito y ya van por la cuarta o quinta entrega. Con el tiempo veremos si es uno de esos fracasos Disney que acaban convirtiéndose en objeto de culto como pasó con Tron.
7’5/10
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