Reputación: En 1952, Federico Fellini tenía problemas para dar luz verde a la producción de La strada debido a que el guion era imposible de clasificar en ningún género y a que su anterior película, El jeque blanco (1952), había sido un fracaso crítico y comercial. El productor Lorenzo Pegoraro le sugirió que en su lugar hiciese una comedia, y así fue como nació Los inútiles, a raíz de los recuerdos de la adolescencia de Fellini y de sus dos co-guionistas recurrentes, Tullio Pinelli y Ennio Flaiano, junto a otros recuerdos inventados. Los distribuidores interesados en la película pidieron cambiar su título, I Vitelloni (algo así como “los bueyes”) por creer que sería incomprensible para el gran público, a lo que Fellini se negó en rotundo, habiéndolo escogido por ser el calificativo que le dedicó una señora en señal de desaprobación ante una de sus bromas. El éxito de Los inútiles, que fue nominada al Oscar a mejor guion y se llevó el León de Plata del Festival de Venecia, permitió que Fellini pudiese rodar La strada. Fellini tenía la intención de continuar la historia del protagonista en una película que se titularía Moraldo in the City; nunca llegó a realizarse, pero el guion fue publicado en inglés y algunos aspectos de la historia sirvieron de inspiración para La Dolce Vita (1960). Stanley Kubrick incluyó Los inútiles en su lista de sus 10 películas favoritas.
Comentario: Duele comprobar el paralelismo que existe entre los inútiles de Fellini con la generación perdida que nos hemos comido de lleno dos crisis. Si bien las circunstancias no son las mismas, y los primeros no hacen nada con sus vidas por pura desidia, sí que hay algo reconocible y que se siente muy actual en esos jóvenes adultos que se quedan en su pueblo sin expectativas de ningún tipo. Pero de repente, uno de ellos, Fausto, debe asumir una responsabilidad que intenta cumplir sin renunciar a su libertad, lo cual, como era de esperar, le sale regular. El relato coral acaba centrándose demasiado en este personaje, quedando el protagonista, Moraldo, en un segundo plano, ejerciendo de álter ego del director y de observador de las desaprovechadas vidas de sus colegas. Los inútiles es otra gran obra de Fellini, una melancólica mirada a todo lo que debió dejar atrás para poder convertirse en el legendario cineasta que estaba llamado a ser.
Próximo visionado: Mi hermosa lavandería (1985)
No hay comentarios:
Publicar un comentario