17/10/20

O.C: Fausto (1926)

¿De qué va?: El demonio Mefistófeles hace un pacto con un arcángel según el cual si logra atraer hacia el mal al filósofo y alquimista Fausto y le quita lo que hay de divino en él, el diablo ganará el dominio sobre toda la Tierra.

Reputación: Basada en los cuentos tradicionales de la figura de Fausto recogidos en la obra de Goethe, fue la última película que F.W. Murnau hizo en Alemania, pues tras terminarla se trasladó a Estados Unidos para rodar Amanecer (1927). Fue la producción alemana más costosa de su tiempo, con un rodaje que se prolongó durante 6 meses y un presupuesto de 2 millones de marcos, fruto de la promesa que le hizo la UFA a Murnau de disponer de fondos ilimitados tras el éxito de su film previo, El último (1924). Un año después, sería superada en costes por Metrópolis (1927). Solo se recuperó la mitad de su presupuesto en taquilla, por lo que fue un rotundo fracaso económico. No obstante, Fausto tuvo una gran influencia en las películas posteriores, sobre todo en lo que respecta al uso de efectos especiales. Murnau usó dos cámaras y muchas escenas tuvieron que rodarse una y otra vez; por ejemplo, la pequeña secuencia en la que se redacta el contrato en un pergamino en llamas requirió de un día de filmación. Existen varios montajes de Fausto, algunos de ellos preparados por el propio Murnau, y en la actualidad se conservan cinco. Las diferencias entre unos y otros van desde cambios de vestuario y de ángulo hasta variaciones de ritmo en las escenas.

Comentario: Fausto tiene una primera parte estupenda, en la que destaca el uso de unos efectos especiales muy meritorios para su época, una imaginativa puesta en escena y al actor Emil Jannings pasándoselo pipa dando vida a Mefistófeles. Sin embargo, la película pierde impacto e interés en su segundo tramo, a partir del momento en el que Fausto conoce a Gretchen, centrándose el film en su trágico romance y culminando en un final muy "pues ok". Es complicado congeniar lo suficiente con la parejita para que nos importe demasiado lo que le pase, es más, yo al menos me pongo del lado de Mefistófeles, porque de todos es sabido que nunca hay que firmar un pacto con el diablo. Chascarrillos aparte, Fausto es una de esas películas que hay que ver para entender la historia del cine y su evolución, pero como film de terror mudo prefiero Nosferatu (1922)

Próximo visionado: Interiores (1978)

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