Dir.: Judd Apatow
Int.: Pete Davidson, Marisa Tomei, Bill Burr, Bel Powley, Maude Apatow, Steve Buscemi, Pamela Adlon, Kevin Corrigan, Ricky Velez, Moisés Arias, Lou Wilson
¿De qué va?: Scott es un joven de 20 años cuyo padre bombero murió cuando él tenía siete años. Mientras su hermana pequeña se va a estudiar a la universidad, Scott sigue viviendo con su madre y pasando el tiempo con sus amigos. Pero todo cambia cuando su madre comienza a tener una relación con un bombero llamado Ray.
Reseña: Para mí, una nueva película de Judd Apatow es un notable seguro. La excepción que confirma la regla es Hazme reír (Funny People, 2009), a la que no le encontré la moraleja. Las demás las he disfrutado mucho, aunque todas puedan definirse de la misma manera: comedias de más de dos horas sobre gente que tiene problemas con madurar. Además de comprar todo lo que tenga que ver con “Peter Panes modernos”, hay dos cosas que me gustan mucho en el cine de Apatow: la primera es el cariño con el que trata a sus personajes, aunque no se lo merezcan, creando una atmósfera entrañable y familiar con la que congenio más que con cualquier otra muestra de comedia norteamericana. La segunda, el olfato que tiene para descubrir y/o apadrinar talentos cómicos emergentes: Steve Carell, Seth Rogen, Lena Dunham, Amy Poehler… y ahora, Pete Davidson.
Davidson es el integrante más joven del elenco de Saturday Night Live y el primero en haber nacido en la década de los 90. Antes de participar en el programa y de mantener una relación muy mediática con Ariana Grande, empezó a hacerse popular con monólogos en los que hacía humor de temas muy delicados, incluida la muerte de su padre, un bombero que falleció en el 11-S. El rey del barrio presenta algo así como una realidad paralela que narra qué habría sido de él si no hubiese conseguido canalizar sus problemas a través de la comedia: viviría con su madre en Staten Island y se pasaría el día fumando porros con sus amigos, que se prestan a ser sus conejillos de indias para que mejore su práctica como tatuador, mientras se aferra a la estrafalaria idea de fundar un local que sea restaurante y salón de tatuajes. Obviamente el chico tiene que espabilar, y lo mal que le sienta que su madre empiece una relación con un hombre que, al igual que su difunto padre, es bombero, acelerará el proceso.
7/10
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