Reseña: En el mundo hay dos tipos de personas: las que anteponen las necesidades de los demás a las suyas propias y las que no. No hay nada malo en ser de las primeras si se es feliz, pero cuando se alcanza el punto de olvidar qué es lo que quieres y de satisfacer tus propias necesidades entonces existe un problema. Es lo que le ocurre a la protagonista de la nueva película de Icíar Bollaín, La boda de Rosa. En los primeros minutos de la película vemos cómo es una mujer que se pasa el día apagando fuegos en el trabajo y solucionando la vida de sus amigos, de sus hermanos y de su padre hasta que ya no puede más. De repente, tiene una revelación que le hace cumplir su fantasía de huir de todo y de todos para volver a sus orígenes, a intentar conseguir lo que siempre había soñado lograr, y para ello decide llevar a cabo un acto simbólico que ejerza de pistoletazo de salida.
Ese acto simbólico no es otra cosa que una boda consigo misma teniendo a su círculo más cercano como testigo. Sin embargo, su “huida” inesperada y lo bizarro del asunto da pie a una serie de enredos que hará que su familia cambie la percepción que tienen tanto sobre Rosa como sobre ellos mismos. Con una Benicasim bañada por una cálida luz dorada como escenario, Bollaín narra esta historia de empoderamiento en la madurez tratando con cariño tanto a su heroína como a aquellos que le han amargado la existencia con su egoísmo. Ninguno es mala persona, sino que simplemente estaban demasiado ocupados mirándose el obligo y mitigando sus problemas a base de alcohol, comida, ocupaciones varias o autoengaños como para percatarse de que “la roca” en la que siempre se habían apoyado también necesitaba ayuda. Pese a que el relato tenga un desarrollo y una conclusión un tanto previsibles, el visionado resulta muy agradable gracias a su buen humor y a un elenco en muy buena forma y sintonía.
7/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario