Reseña: Un pensamiento es tan intangible y voluble como poderoso. Puede ser tanto algo que se pasa por la mente y que se desecha rápidamente como un rondador constante que muta en algo mucho más grande y peligroso, y que de la misma forma que desaparece, puede reaparecer en cualquier momento para atormentar a su dueño. La protagonista de la nueva película de Charlie Kaufman se presenta como alguien que está pensando en dejarlo. ¿Pero el qué? Lo más obvio es que está pensando en dejar a su novio, con el que hace un viaje por carretera a través de una tormenta de nieve para conocer a los padres de este, pero pronto nos daremos cuenta de que nada es lo que parece y de que esa idea con la que arranca todo va a transformarse en un viaje desconcertante y surrealista a la mente humana.
Kaufman adapta el libro I’m Thinking of Ending Things de Iain Reid llevándolo a su terreno, aquel en el que la realidad y la imaginación se entremezclan para sacar a la luz los pensamientos más ocultos de sus personajes para desconcierto del espectador. La película tiene una atmósfera enrarecida y misteriosa muy conseguida, pero su director y guionista pone a prueba la paciencia del espectador desde el principio con una larga secuencia de algo más de 15 minutos en la que la pareja protagonista (estupendos Jessie Buckley y Jesse Plemons) mantiene conversaciones de desigual interés a o largo del viaje por carretera. A continuación, la cosa mejora cuando llegan a la casa de los padres de él, en la que la extraña e incómoda cena familiar es gobernada por una inmensa Toni Collette. Pero después, la pareja vuelve al coche, vuelven las conversaciones, y la película se va alargando hasta las más de dos horas sin que nos hayan tirado un mísero cabo al que aferrarnos.
Estoy pensando en dejarlo es una película que gana bastante más en reposo que mientras se visiona. Aunque en el último tercio Kaufman se lance a homenajear a David Lynch sin miramientos, por fin cobra algo de forma la triste reflexión sobre el remordimiento, la culpa, la soledad, el paso del tiempo y la obsesión que es la película en realidad. Un segundo visionado vendría perfecto para darle un significado a cada diálogo y rareza… pero terminamos el primero tan agotados y exasperados que no dan ganas de repetir. El problema no es que la película sea demasiado absurda o aleatoria para entenderla, sino que Kaufman se empeña tanto en ser críptico y dilatar el tiempo que consigue que el fondo se diluya en la forma . No deja de ser curioso que un film así se lance en una plataforma como Netflix, en la que se ha añadido una opción para que el usuario pueda aumentar la velocidad de reproducción.
Tras Synecdoche, New York (2008) y Anomalisa (2015), Charlie Kaufman prosigue su carrera como realizador en una vertiente mucho más radical que cuando escribía los guiones de Spike Jonze y Michel Gondry. Estoy pensando en dejarlo tiene un envoltorio seductor, un elenco completamente entregado, una tesis tan lúgubre como poderosa y varias secuencias y soluciones visuales de diez. Si solo el conjunto no fuese tan denso e irregular, estaríamos hablando de una de las mejores películas del año, pero Kaufman parece estar tan pagado de sí mismo que ha rodado una película que solo entusiasmará a sus mayores fans. Aún así, ojalá Netflix siga optando por la heterogeneidad de su catálogo dando cabida a producciones tan ásperas e inclasificables como esta.
6’5/10
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