14/10/14

Inmundicia humana

Poster Filth

Dir.: Jon S. Baird
Int.: James McAvoy, Jamie Bell, Imogen Poots, Eddie Marsan, Jim Broadbent, Shauna Macdonald, Brian McCardie, John Sessions
¿De qué va?: El detective Bruce Robertson es el detective de policía más maleducado, pervertido, misántropo y adicto a las drogas y al sexo de Edimburgo. A pesar de ello, Robertson quiere un ascenso, y para ello intentará resolver un caso de asesinato y le pisará la cabeza de todos sus colegas. Él está al mando y cuando resuelva el caso y consiga el ascenso, su mujer volverá con él.

Reseña: Mucho antes de que los antihéroes se pusieran de moda en la ficción televisiva, Irvine Welsh publicó Filth (titulada Escoria en España), un libro sobre el policía más despreciable y asqueroso que se pueda encontrar en la literatura universal. La narración, contada en primera persona, repara incluso en detalles repugnantes sobre el eccema que al tipo le sale en sus genitales y le da voz propia a una tenia alojada en sus intestinos que descubre y examina sus secretos más oscuros e inconfesables. Después de admirar y odiar a partes iguales a Don Draper, Walter White y a Dexter Morgan, puede que ya no nos sorprenda tanto encontrar a un personaje tan carismáticamente malvado, pero a asquerosidad no le gana nadie.

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Eso sí, el director Jon S. Baird ha rebajado un poco los niveles de repugnancia para la adaptación cinematográfica, cambiando a la tenia parlanchina del libro por alucinaciones de diversa índole, aunque le reserva un pequeño guiño. En líneas generales, la trama se mantiene bastante fiel, contagiándose del estado esquizofrénico de su protagonista y mutando de comedia gruesa y negra a tragedia personal, al tiempo que se  descubren las costuras detrás de esa fachada socarrona. James McAvoy se desmadra  dando vida a un tipo que está continuamente al límite, y su sobregesticulación le viene ni que pintada al personaje. Logra que nos pongamos de su lado a pesar de lo cabrón que es y que seamos partícipes insidiosos de las jugarretas que les hace a sus compañeros de trabajo, pero, sobre todo, lo borda cuando deja entrever la desesperación que sufre por dentro.

Filth

Su descarnado desenlace es idéntico al de la novela, pero Baird ha añadido un elemento más para otorgarle una vía redentora al personaje que en realidad no le hacía ninguna falta, porque la historia nunca pretende ser una fábula moralista, sino la escalada de locura de un mal hombre que por mucho que lo intente nunca cambiará. Aunque le sobre algún que otro efecto psicotrópico, Filth nos brinda la interpretación más memorable de James McAvoy hasta la fecha y resulta ser una tragicomedia con un gran ritmo, grotescamente disfrutable y, como tal, es la prueba irrefutable de que todos nos sentimos irremediablemente atraídos por ciertas asquerosidades, como explotar granos.

7’5/10

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