Tras varios años cogiendo polvo en algún trastero, los Teleñecos (o Muppets, como se supone que tenemos que llamarlos ahora) regresaron por todo lo alto con una película en la que se reían de su propia condición de juguetes rotos en una trama, no especialmente original, pero cargada de nostalgia, ironía y autorreferencias. El retorno se saldó con una gran éxito, 165 millones de dólares recaudados a nivel mundial, así que Disney se apresuró a encargar una secuela dirigida por su mismo director, James Bobin. Pero parece que no echábamos tanto de menos a Gustavo y cía después de todo, y es que esta secuela ha recaudado tan sólo 78 millones, casi 100 menos que su predecesora.
La película arranca justo donde terminó la primera para poner a los Teleñecos en la tesitura de qué hacer a continuación. Alentados por un manager al que da vida Ricky Gervais, deciden hacer una gira por teatros de toda Europa, pero lo que ignoran es que acabarán envueltos en una intriga internacional encabezada por Constantine, el delincuente número 1 del mundo y la viva imagen de la rana Gustavo. Como pueden comprobar, la trama no es que sea el no va más, pero la película gana respecto a la anterior una mayor variedad de localizaciones, y con la salida de la cursi pareja que formaban Jason Segel y Amy Adams, los Teleñecos adquieren auténtico protagonismo, como en las películas de antaño. Sus nuevos acompañantes son intérpretes de comicidad más que demostrada en la pequeña pantalla: Tina Fey (30 Rock), Ty Burrell (Modern Family) y el mencionado Gervais (Extras, Derek). No podemos decir que se les haya sacado todo el provecho posible, pero al menos congenian perfectamente con el tono humorístico de la cinta y se nota que se lo están pasando como niños.
El repertorio de cameos es tan extraño como variopinto: Christoph Waltz (que rechazó el papel de Burrell por problemas de agenda), Tom Hiddleston, James McAvoy, Salma Hayek, Danny Trejo, Saoirse Ronan, Frank Langella… Mucho más enfocado al público cinéfilo que a los críos. Sin embargo, la mayoría están bastante desaprovechados, en papeles sin gracia que podría interpretar perfectamente cualquier extra. Las canciones también salen perdiendo en comparación, pues aunque ninguna resulte infumable tampoco la hay que sea verdaderamente memorable y pegadiza como la oscarizada Man or Muppet o Life’s a Happy Song, y en cuanto a los gags, muchos son efectivos y otros tantos rutinarios. En definitiva, El tour de los Muppets no es mala secuela pero se queda un escalón por detrás de su predecesora y, teniendo en cuenta el escaso interés que ha generado, es bastante probable que no veamos a los Teleñecos por un tiempo, al menos en la pantalla grande. Pues a mí eso sí que me da pena, ya ven.
6/10
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