O.C: Los tres días del Cóndor (1975)

¿De qué va?: Un funcionario de la CIA trabaja leyendo libros con el fin de detectar mensajes cifrados que permitan desvelar operaciones secretas que puedan atentar contra la seguridad del país. Un día, cuando vuelve al trabajo, encuentra a todos sus compañeros muertos. Consciente de que sigue vive por una cuestión de suerte, huye tratando de salvarse pero también para encontrar una explicación a lo sucedido.

Reputación: La década de los 70 está considerada como la edad de oro del thriller. El cine norteamericano de aquella época quedó definido por la aparición de la llamada “generación de la televisión” (John Frankenheimer, Sidney Lumet, Arthur Penn…), el nacimiento del movimiento Blaxploitation y el caso Watergate, que dio lugar al cine de conspiraciones con Los tres días del Cóndor como uno de sus mayores exponentes. Se trata de una de las siete películas que el director Sydney Pollack rodó en colaboración con Robert Redford, quien además volvería a repetir en el género de espías varias veces a partir de esta experiencia. El filme fue rodado y estrenado un año después de la publicación de la novela en la que se basa, Six Days of Condor, escrita por James Grady. El período de tiempo en el que transcurre la historia del libro fue comprimido para la película, de ahí el cambio en el título. Gray escribió una secuela, Shadow of the Condor, pero nunca fue llevada a la gran pantalla. Sólo obtuvo una nominación al Oscar, a mejor montaje, que perdió frente a Tiburón.

Comentario: Sydney Pollack le tenía tomado perfectamente el pulso al thriller político y conspiratorio tal y como se pudo ver en su última película, La intérprete, y en Los tres días del Cóndor, claramente influenciada por las máximas de Hitchcock a la hora de presentar y manejar el suspense.  Podríamos decir que la película está a medio camino entre Con la muerte en los talones y El caso Bourne, pero sin las persecuciones frenéticas de ambas (cada una a su modo). Es más, el desenlace puede decepcionar a aquellos que esperasen algo más trepidante, pero se decanta por la paranoia y el realismo, lo cual no está nada mal. En lo que la cinta flanquea es en el personaje femenino, y no porque Faye Dunaway esté mal, sino porque su aportación a la trama es prácticamente prescindible, una mujer florero en toda regla. Obviando esa parte, nos encontramos ante un thriller ejecutado con máxima corrección y cuya influencia ha ejercido incluso en Capitán América: El soldado de invierno.

Próximo visionado: Cuentos de la luna pálida de agosto (1953)