Igual que un perro rabioso en los caminos / el terror anda suelto por el mundo, y hay una profesión que lo contempla y lo retrata, una fiebre, un impulso sin origen (o quizás con nacimiento, allá en la infancia: lunar desconocido que se infla con el tiempo y que al final estalla, sordamente). El Aleph de Borges retrata la posibilidad de un ojo que todo lo ve, que está y que es y que observa el mundo global al mismo tiempo, esa rueda, ese trozo de carne, el rostro, y miramos por él para conocer la vida pero nos es imposible, porque somos tiempo y espacio, porque somos identidades fragmentadas que nunca llegarán a la verdad.
Parece un viento que posase / sus alas de cuervo / sobre la frente de los hombres temerosos, ahí está el fotógrafo de guerra, War Photographer, para mostrar las plumas negras del terror. James Nachtwey, retratista de muertes y supervivencias, de dolores que surgen o que permanecen para siempre, fotoperiodista donde el mundo cruje, donde las fuerzas que mantienen el bienestar de unos pocos se revuelven contra sí mismas, destrozándose.
Un hielo de invierno en descampado / paraliza los relojes, perfora las gargantas / y pone velos de angustia en las palabras, porque ‘al principio fue el verbo, ¿por qué, papá?’, como dice el hijo al final de Sacrificio. ¿Qué hay de los comienzos callados, qué hay de las vidas silenciosas? Donde el terror se expande, donde inflama su pecho el miedo hasta cubrir los pueblos, allí donde no se articulan lenguajes porque un estallido de bomba los aplasta, o los apaga el eco de un tiro, allí donde los ojos que ven no llegan a nosotros, allí no es el verbo, es la imagen, y es el observador ajeno el que la toma y la revela, jugando con dios, juzgando a dios, y la expone a nuestras revistas y nuestras pantallas, otro tiro, otro bombazo, (dormido esta vez, callado) que aparece ante nosotros y hace de Aleph, sordamente.
La noche es un micrófono impasible / que escucha el latir de nuestro pecho, que radiografía pulmones rotos, tiempos, humos ascendentes: el hombre con la cámara. Natchwey impasible, clínico, a medio metro de la cara que se angustia, a dos palmos de la nariz despegada del cuerpo, el objetivo respirando y transmitiendo, como un altavoz callado, corazones muertos kosovares, miembros que flotan en Ruanda, machetes, cuchillos, sierras. El fotógrafo es la noche, envuelve al perro rabioso que camina por el mundo, y es también el ojo, la verdad más fragmentada y global. El War Photographer es la conciencia de un dios que se aparta de los hombres, que los insta a reventarse entre ellos, que los alecciona, que los ignora, y en su ignorancia ellos se aniquilan. El War Photographer es la mirada furtiva al trabajo mal hecho, es un fantasma, una sombra punzante de reojo.
Todo se vuelve una cosa inconfesable; / detrás de cada esquina una sospecha, / una duda detrás de cada sombra. ¿Qué provoca la rabia del perro? ¿Qué provoca el ataque del perro? El miedo a otro animal. El miedo, el miedo de animales contra animales, de hombres contra hombres, el miedo a perder las tierras, el miedo a ser conquistados, el miedo a perder combustibles, a perder dinero, a perder poder, a la diferencia. El fotógrafo no entra en la rueda (rueda que gira, trozo de carne) porque no siente. No puede sentir porque él es ojo, es Aleph, es agujero que muestra imágenes, conciencia, es hombre alejado de los hombres que se devoran, está por encima, vive por encima. Puede implicarse, puede que su moral, su yo escondido, salga a pedir razones o justicia en momentos débiles, pero War Photographer tiene el deber de volar por encima como un cuervo (el cuervo de la muerte, el cuervo que mira) y de captar la barbarie mientras sucede para mostrarla luego a su origen, tierra libre, a los demás, el infierno son los demás.
Admiro profundamente a los fotógrafos de guerra, porque lo dan todo, se desprenden de todo, y viajan al centro del miedo. Su misión es inconfesable, puede ser egoísta, puede ser inmoral (foto de un rostro despedazado), y su impulso es desconocido, fruto de un pasado nebuloso y distante. Hombres asépticos, cámaras que se elevan por encima de los crujidos de la tierra, de la casa con jardín y los cafés de domingo, y aterrizan allá, en el otro lado, para ver qué ocurre, para mostrar qué ocurre.
Celso Emilio Ferreiro, poeta galego, habla sobre el miedo en este poema que he traducido, habla sobre el terror que vaga por el mundo y lo compara con un perro rabioso, herido, que deambula por los caminos. El fotógrafo de guerra persigue a los perros, persigue el miedo, y se convierte él mismo en otro perro, más calmado, más feroz, capaz de mirar a los ojos el terror y traerlo de vuelta a casa. Algo así como un Aleph, como un ojo global, el intento calculado de verlo todo y mostrarlo todo, de llegar a la verdad y a todas las verdades posibles, aunque al final lo único que queda son rostros, es el rostro de la mujer, como en el cuento. Aunque al final todo lo vivido, todo lo mostrado, son sólo pedazos de una identidad fragmentada, absurda, que sólo podemos llegar a intuir por el estallido sordo de las fotografías. Como termina el poema: y miedo, miedo, miedo, / un pozo profundísimo de miedo, / espejo de agua fría / en el que el terror se mira eternamente. Espejo de agua fría, War Photographer, el terror que se mira eternamente, nosotros.
5 comentarios:
"O can danado", un poema intenso, contundente de un gran poeta. Magnífica elección y magnífico artículo. Aprovecho para recomendar la lectura de "Longa noite de pedra", de C.E. Ferreiro, poemario publicado en 1962, pero léanlo en GALEGO, a pesar de no entenderlo. Estoy seguro que les fascinará, tanto como a mi una canción en inglés (no sé inglés) como por ejemplo "what a wonderful world", de Louis Armstrong.
Imprensionante,solo puedo decir eso
Me ha conmovido todo, el texto y las imágenes. Grande.
Desde luego frente a la imagen que capta el obturador, al otro lado del objetivo, hay personas que al mismo tiempo están cerca y lejos del conflicto. La cercanía con la que captan ese miedo, como tú bien dices, es parte de la lejanía con la que ellos deben mantenerse, lejanía para ver como ese ojo, el Aleph... lejanía para mantenerse fríos e impasibles ante lo que ven.
Aún pienso en el fotógrafo de aquel niño africano a punto de ser devorado por el buitre. Miedo, miedo, miedo... eso tuvo y con miedo y pesar se suicido.
Es una lástima que aquellos documentos que tenias que enviar fuesen ya enviados. Este artículo tendría que haber coronado aquella lista de textos tuyos.
Magnífico!
Hola! Desde el blog The World Is Yours se nos ha ocurrido que, para completar la magnífica idea de la Maratón Blogger 2012 de nuestro amigo Sebas Nadillo, estaría bien que todos los que hemos participado en ella votáramos sobre nuestro Top 10 de pelis favoritas. El resultado de las votaciones lo publicaríamos este próximo lunes (el día siguiente de finalizar la Maratón), por lo que tenemos este fin de semana para votar.
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