¿De qué va?: Brick y Maggie forman un matrimonio que no pasa por su mejor momento: Brick se ha vuelto alcohólico y no quiere tener hijos con Maggie, aunque ésta lo desee. La pareja se traslada a la gran mansión familiar para celebrar el cumpleaños del padre de Brick, que sufre una grave enfermedad que lo conducirá a la muerte en poco tiempo. Su otro hijo, Gooper, intentará aprovechar la situación junto a su oportunista esposa Mae para hacerse con la mayor parte de la herencia.
Reputación: La gata sobre el tejado de zinc está basada en la obra teatral del prestigioso dramaturgo Tennessee Williams, ganadora del premio Pulitzer en 1955. En realidad, el título original era La gata sobre el tejado de zinc caliente, pero la censura franquista suprimió el adjetivo por las connotaciones que pudiera tener. El filme fue protagonizado por un Paul Newman aún en los comienzos de su carrera, y por una Elizabeth Taylor ya convertida en gran estrella de Hollywood, de hecho, cobró medio millón de dólares y un 10% de la recaudación, la cual no estuvo nada mal puesto que cosechó 26 millones de dólares en Estados Unidos. Pese al gran éxito de público y crítica, incluidas seis nominaciones al Oscar a mejor película, director, actor y actriz protagonista y guión adaptado que no se materializaron en estatuilla, Tennessee Williams no quedó nada satisfecho con la película debido a que siempre quiso que Vivien Leigh encarnara el papel de Taylor y a que no le gustó nada que el guión ocultara el verdadero origen de la destrucción del personaje de Newman (algo que ver con la relación que mantenía con su amigo Skipper…). Tal fue su descontento que animaba a la gente que hacía cola por fuera de los cines a que se volviera a sus casas. Durante el rodaje del filme, Elizabeth Taylor recibió la noticia de la muerte de su marido en aquel entonces, el productor Mike Todd, en un accidente aéreo. La actriz afirmó que esa tragedia le ayudó a entregarse aún más al personaje.
Comentario: Pocas veces en el cine podremos ser testigos de una pareja tan perfecta como la que forman aquí Paul Newman y Elizabeth Taylor. Vale que su relación en la ficción no sea lo que se dice idílica, pero la química que se despliega cuando sus presencias, tan salvajes como magnéticas, comparten un mismo plano es arrolladora. Conectar con los personajes en una película basada en una pieza de teatro es fundamental puesto que todo el peso cae sobre ellos y sus diálogos, dificultad que aquí se solventa sin problemas puesto que todo el reparto está sublime y la historia engancha al ir más allá del culebrón familiar para abordar el tema de estar atrapado en una vida que te hace profundamente infeliz. Y además, con bastante mala baba y despreciando a los niños cargantes. Dulce amargura.
Próximo visionado: Tiempos modernos (1936)
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