El rincón de Chechu: Calentamiento global

Todos debemos vivir nuestra propia experiencia, no se puede aprender a través de la experiencia de los demás. […] Pero, una vez la tenemos, las nuevas generaciones no quieren oírla.

Andrei Trakovsky, A Poet of the Cinema.

Hace poco, sentados en el sofá, bebiendo cerveza y viendo la televisión, David V. Couto y yo charlábamos sobre algo, no recuerdo qué, cuando salieron en la pantalla breves entrevistas en las que se preguntaba a futbolistas, entre otras cosas, cuáles eran sus películas favoritas. Evidentemente, dejamos de hablar y nos quedamos atentos, contemplando la tele, a ver qué magníficas respuestas daban aquellos individuos. Uno de ellos dijo Los otros, de Amenábar, lo que me recordó —soy un egocéntrico empedernido— a mi artículo de hace tres semanas, titulado Los ignorantes. De los demás se me han olvidado las respuestas concretas, pero todas eran cintas actuales y espectacularmente guais. Acto seguido, debatimos de forma intensa sobre qué puede llevar a un hombre a decir que su película favorita es una de ese cariz, y Couto llegó a la conclusión de que la gente es increíblemente impresionable, y por lo tanto, al verse en la encrucijada de contestar una pregunta que contiene cierto nivel de exigencia, recuerda solamente lo próximo y vistoso, lo que más pegada le ha dejado en las neuronas.

Ayer, cuando Blanch me enseñó la lista de las 200 mejores películas de todos los tiempos según los lectores (y 200 ilustres críticos) de Cinemanía, me puse a meditar profundamente, con cara de lelo y la boca semiabierta, y mi razonamiento fluyó por los siguientes cauces:

—Bien, Chechu. Intenta usar el método científico, como te ha enseñado Carl Sagan.
—Pero yo no soy científico, y tengo innumerables dificultades ante la ciencia y el pensamiento racional. Mi parte izquierda del cerebro está bastante atrofiada, sólo recuerdo que la valencia del oxígeno era dos, ¿o era cero?
—Estúpido, basta de divagar y céntrate. Cine, películas. A ver. Pregunta inicial: ¿Por qué El caballero oscuro es la segunda mejor película de la historia según los lectores de Cinemanía? He aquí el reto. Déjate de traumas químicos y empieza.
—¡Pero si saqué un ocho en química!
—Que te calles, idiota. Empieza a discurrir.

—Vale, de acuerdo. Punto número uno: Couto dijo el otro día que la gente es impresionable por dos motivos, cercanía temporal y espectacularidad guay. El caballero oscuro cumple los dos, ¿no?
—Sí, vas bien. De momento sigues el buen camino. A ver, ¿por qué cumple los dos?
—Pues los cumple porque la película se estrenó hace poco…
—¿Cuándo es hace poco?
—No lo sé, no tengo a mano FilmAffinity. Debió ser por el dos mil nueve.
—Está bien, me vale esa aproximación. Sigue.
—Pues eso, se estrenó hace poco. Y es guay. O sea, que tiene unos efectos especiales increíbles.
—Ve más allá, pequeño ignorante. Hay más variables englobadas en la palabra “guay”. Tú mismo has escrito sobre ellas antes.
—Sí, es cierto, tienes razón. Es una peli oscura.
—¡Ea! ¿Ves como cuando te pones, sale todo solo?

—Venga, no me interrumpas más. Es una película oscura que trata la historia de un superhéroe con muchos fans. Los fans son otro punto importante. Hay muchas personas incondicionales de las historias de Batman.
—Hay más, sigue.
—Claro que hay más. Christopher Nolan, con él también se da el efecto fan. Arrastró muchos que lo seguían de antes a estas nuevas películas. Y también está la moda.
—¡Ah, Chechu! La moda. Difícil variable.
—Sí, difícil, pero últimamente están de moda las historias oscuras. Es decir, el conflicto interior, el ambiente sucio semigótico, el más refinado expresionismo alemán de la historia del cine.
—Bueno, no empecemos a chuparnos las pollas todavía.
—Es verdad, Pulp Fiction está entre las cinco o diez primeras.
—Deja de divagar, carallo. Ahora que casi lo tenías.

—Sí, tienes razón. Me centro. Pues eso. Yo creo que El caballero oscuro es la segunda mejor película de la historia porque es reciente, se basa en la historia famosa de un superhéroe, la dirige un tío conocido y tiene atmósfera oscura. Se me están ocurriendo también variables como los actores, la promoción, y todas estas cosas.
—Desechemos eso.
—Entonces, se puede concluir que la teoría de Couto es válida.
—Puede ser. Pero…
—¿Pero?
—No sé si decirte esto…
—¿Decirme el qué? ¡Dímelo, desgraciado!
—Pues que la teoría de Couto…
—¿La teoría de Couto qué?
—Pues que era para personas con poco o ningún interés por el cine. Y se te ha pasado que…
—¡Termina ya! ¿Se me ha pasado qué?
—Pues que a los lectores de una revista de cine se les presupone un mínimo conocimiento sobre el tema.

Tras lo cual, mi cerebro sufrió un recalentamiento, y tuve que dejar el método científico. Para intentar aliviarme, fui a toda prisa a coger la revista de Jorge, buscando pequeños consuelos que me tranquilizasen el alma. Al menos la primera es El padrino, me dije. Pero esperen. Dónde está ¿2001: Odisea en el espacio? En el puesto 38. ¿Y Apocalypse Now? En el 27. Detrás de Drive (19) y Origen (15), por ejemplo. ¿Eyes Wide Shut? ¿La noche del cazador? ¿Sacrificio?

Mejor no seguir buscando. Como decía Tarkovsky, la experiencia no interesa a las nuevas generaciones. Y la gente se impresiona con Batman, Origen o Up en lugar de hacerlo con el verdadero arte cinematográfico, que transmite ideas, emociones y belleza. O quizá es que estoy delirando y a nadie le interesan ya estos temas. O quizá es que soy gilipollas por quedarme quieto en el sofá, golpeado por el profundo testamento que es Sacrificio, por la belleza desmedida del agua en La infancia de Iván, por la sensibilidad de Fanny y Alexander, la crudeza de Roma, ciudad abierta, el surrealismo de 8 y medio, la psicología femenina de Persona, el punzante simbolismo de Viridiana. Sí. Realmente, soy un auténtico gilipollas.