¿De qué va?: Carlin es trasladado de un reformatorio a otro tras haber golpeado a un funcionario. En éste se ejecuta un régimen brutal que hace aumentar la agresividad de los internos en lugar de mejorar su conducta. Los funcionarios, apoyados por el director, animan a los internos más fuertes a oprimir a los débiles y a que obedezcan las normas impuestas. Pocos se atreven a desafiar las reglas.
Reputación: Alan Clarke debutó en el cine con Escoria (Scum) después de que la BBC prohibiera la versión que había rodado originalmente en 1977, pese a haber ya anunciado la fecha de emisión en sus espacios publicitarios; finalmente fue emitida 15 años después, conmemorando el primer aniversario de la muerte del director. La cadena se excusó alegando que no la habían emitido porque sucedían demasiadas cosas en poco tiempo y que dudaban de su veracidad, pero también que se parecía demasiado a un documental. Está considerado como uno de los filmes británicos más controvertidos de la década de los 80 debido a su alto contenido violento y a la negativa imagen que da del sistema correccional británico. Casi todos los actores del telefilme original repitieron en la película, como un joven Ray Winstone (Noé, London Boulevard) en su primer papel en el cine, y el guión apenas sufrió cambios, aunque al ser una producción cinematográfica los medios técnicos con los que contaron fueron mejores. Años más tarde se estrenó Scrubbers, una especie de versión femenina, pues se inspiró en el éxito de Escoria y contó con sus mismos guionistas y productores. En el año 2010 se realizó un remake canadiense inconfeso titulado La perrera.
Comentario: Escoria es el reverso oscuro y pesimista de la mucho más popular y luminosa La soledad del corredor de fondo. La película expone que el sistema de reeducación británico está corrompido y es extremadamente ineficaz, pues actúa de forma exageradamente severa y perpetúa conductas violentas que se repiten entre los propios internos, quienes acaban adoptando un sistema jerárquico propio de una cárcel, y es que el reformatorio cuyos claustrofóbicos pasillos y habitaciones recorremos a lo largo de la película son exactamente eso, una prisión en la que no hay cabida para la esperanza. La ausencia de banda sonora provoca que los golpes y gritos retumben más en nuestros oídos, y destaca el personaje de Archer, un chaval cuya inteligencia está muy por encima de la de sus vigilantes, aunque de poco le servirá para escapar del sistema. Escoria tiene algún que otro golpe de efecto para reforzar su impacto pero está muy bien dirigida y es interesante, aunque, al igual que La naranja mecánica, su hermana espiritual, no es para espectadores con sensibilidad a flor de piel.
Próximo visionado: La tía Tula (1964)
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