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O.C: Cuentos de la luna pálida de agosto (1953)

Poster Cuentos de la luna palida de agosto¿De qué va?: Genjurô y Miyagi son dos aldeanos sin fortuna que viven en una aldea afectada por las guerras civiles del Japón feudal del siglo XVI. El primero trabaja de alfarero y sueña con hacerse rico, mientras que el segundo aspira a convertirse en un samurái reconocido, por lo que cuando se les presenta la oportunidad de cumplir sus sueños, ambos abandonan a sus familias.

Reputación: Una de las obras maestras del director nipón Kenji Mizoguchi. La acogida inicial en Japón no fue especialmente calurosa, pero el León de Plata que ganó en el Festival de Venecia contribuyó a que fuese reconocida en todo el mundo; ya había ganado un premio en el mismo festival por Vida de Oharu, mujer galante el año anterior. El filme está basado en dos cuentos del libro de relatos homónimo publicado en 1776, y también contiene referencias no acreditadas al relato La condecoración de Guy de Maupassant. Mizoguchi dirigió unas 80 películas, muriendo a los 58 años de vida debido a la leucemia, pero de ellas sólo se han conservado 31, el resto se quemaron durante la Segunda Guerra Mundial. En su última etapa, durante los años 50, el cine de Mizoguchi alcanzó su punto cumbre y adquirió la forma que lo hizo mundialmente conocido: películas de época (mayoritariamente) en las que se retratan las miserias de la humanidad, especialmente de las mujeres, con una gran predilección por el plano secuencia para rodar cada escena.

Cuentos de la luna palida de agosto

Comentario: La moraleja final de Cuentos de la luna pálida de agosto se ve venir desde el principio de la película, cuando la mujer del alfarero le advierte de los peligros de una ambición desmesurada. Esta es una historia sobre la búsqueda de la felicidad individual y los sacrificios que se realizan en el camino para poder alcanzarla, siendo la familia la mayor perjudicada. Su conservadurismo no debe pesar demasiado a la hora de valorar una película que es arte nipón en estado puro. Mizoguchi plasma con claroscuros y belleza la cultura mística de la Tierra del Sol Naciente, fusionando el mundo de los vivos con el de los fantasmas, todos igual de desilusionados ante las frustraciones de la vida. El plano final es verdaderamente hermoso.

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