Dir.: Gareth Edwards
Int.: Aaron Taylor-Johnson, Bryan Cranston, Elizabeth Olsen, Ken Watanabe, Sally Hawkins, David Strathairn, Juliette Binoche
¿De qué va?: 15 años después de un extraño incidente en una planta de energía nuclear de Japón, el físico Joe Brody une fuerzas con su hijo soldado, Ford, para descubrir la verdad de lo que realmente pasó. Lo que descubren es el preludio de una amenaza de devastación global.
Reseña: Los directivos de Warner Pictures y Legendary habrán pensado que si les salió bien la jugada de revitalizar a Batman tras el descalabro de Joel Schumacher, ¿por qué no hacer lo mismo con Godzilla tras ese primer fiasco de americanización perpetrado por Roland Emmerich? El gran público demanda películas de superhéroes, monstruos y fantasías varias que vengan empachadas de solemnidad y se ajusten en la medida de lo posible al mundo real. Con el relativo fracaso de Pacific Rim el año pasado, aprendimos que el tener buen oficio y unas intenciones modestas y sin coartadas no es suficiente para enganchar a la audiencia de hoy en día.
La nueva Godzilla se beneficia, y mucho, de la dirección de Gareth Edwards. No me gustó Monsters, su carta de presentación y principal razón por la que está al frente de este proyecto, pero las virtudes de aquella, tales como el seguimiento de la acción monstruosa desde el punto de vista humano o el manejo del suspense basado en el siempre efectivo “sugerir antes que mostrar”, están presentes en su nuevo filme, y de qué manera. El director, con la inestimable ayuda de la fotografía de Seamus McGarvey y la partitura de Alexandre Desplat, se marca una serie de imágenes, planos y secuencias para quitar el hipo, como la primera (y tardía) aparición del amigo Gojira, el tren en llamas que emerge de la oscuridad, el asalto aéreo visto en el tráiler o incluso un plano final perfecto en su sencillez y tranquilidad. Así, Edwards da un golpe sobre la mesa y se erige como un cineasta muy a tener en cuenta que ha conseguido realizar una película de Godzilla espectacular, que le da mil vueltas a la versión del 98 y que consigue extraer belleza de la catástrofe y el caos.
Pero todo paladín tiene su talón de Aquiles, y en este caso radica en el guión, especialmente el tratamiento de los personajes. Sin duda, es un acierto que la acción sea vista siempre a través de los humanos para no tener que abusar demasiado de la gran estrella, pero de nada sirve contar con un reparto de intérpretes de peso si no les das algo con lo que puedan trabajar más allá de la función que desempeñan en la historia. El único por el que podemos sentir algo de empatía es Bryan Cranston porque arrastra el mayor drama personal, con el resto es difícil encariñarse porque en realidad no tenemos idea de quiénes son más allá de su rol, a saber: Aaron Taylor-Johnson es el héroe, Elizabeth Olsen la esposa y madre preocupada, David Strathairn el militar al mando, Ken Watanabe el científico perplejo y curioso por los monstruos y Sally Hawkins su mano derecha que lo sigue a todos lados como un perro faldero y da las explicaciones oportunas; lo de Juliette Binoche no es más que un agradecido pero pequeño cameo. La mayor parte del tiempo los personajes ejercen de meros e impotentes espectadores de la devastación que se está produciendo a su alrededor, no obstante, causar una hecatombe y no saber cómo arreglarla es un comportamiento clásico del ser humano.
Por ello, no hago más que pensar en que si de verdad es necesario tener unos personajes por los que sufrir y sentirse identificados, puesto que lo que en realidad me hizo vibrar de la película fue su última media hora, en la que asistimos a un glorioso Pressing Catch entre Gojira y sus contrincantes (quienes, curiosamente, gozan de mayor tiempo en pantalla que él), una batalla cuyos precedentes habían sido evadidos para reservar toda la munición para la traca final. Los efectos especiales juegan a toda máquina y la acción es todo lo salvaje y fastuosa que cabe esperar de una película sobre el bicharraco radiactivo. Reemplazando la metáfora sobre Japón tras la derrota de la 2ª Guerra Mundial por una paranoia post 11-S ya demasiado vista y con una crítica ante el armamento nuclear que queda un tanto tapada, lo que nos queda de esta remodelada Godzilla es una cinta que no se conforma con ser la clásica película de “monstruo destruye una ciudad” (aun teniendo importantes carencias en el componente humano), y el rugido atronador e impotente no sólo de Gojira sino también del artífice de su esplendoroso renacimiento, Gareth Edwards.
6’5/10
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