¡Descongélate!

Dir.: Chris Buck, Jennifer Lee
¿De qué va?: Cuando una profecía condena a un reino a vivir un invierno eterno, la joven Anna, el temerario montañero Kristoff y el reno Sven emprenden un viaje épico en busca de Elsa, la hermana de Anna, para poner fin al gélido hechizo.

Reseña: Cuando era pequeño, lo que esperaba cada año con más ilusión era, sin contar con mi cumpleaños y los regales de Reyes,  el estreno de la película Disney de turno. Empezó con La bella y la bestia y terminó con Mulán, pero cada película que salía en ese período de tiempo se convertía en mi favorita, y como tal, me hacía con la máxima cantidad de juguetes y merchandising posible. Luego, Disney pasó una época un poco turbulenta y yo me hice mayor y pasé a esperar las películas anuales de Woody Allen como agua de mayo pero, eso sí, disfrutando con cada pequeña joya animada que sacaba la casa de Mickey Mouse ya fuese a través de Pixar o no.

Frozen me ha hecho recordar esta etapa de mi niñez, no sólo porque se ha estrenado en la misma época en la que Disney sacaba sus clásicos instantáneos, sino porque es una película que cuenta con todos los ingredientes que me hacían soñar despierto: magia, personajes carismáticos, canciones pegadizas, mundos fantásticos, humor, tragedia… Todo ello, que ya estaba presente en la también estupenda Enredados, con la que también comparte diseño de escenarios y personajes, está repasado con un barniz que actualiza las viejas ideas de la casa, al tiempo que se ríe un poco de ellas (¡Casarse con un hombre al que acabas de conocer!) y les da un vuelta de tuerca sin perder los valores que se quieren transmitir y sin caer demasiado en la curilería.

Los maleficios que sólo pueden romperse con un valiente acto de amor siguen estando presentes, pero la forma de resolverlos cambia. La protagonista, Anna, es torpemente encantadora y su conflicto principal no reside en encontrar su príncipe azul, es más: la historia de amor central de la película es la de dos hermanas que intentan protegerse la una a la otra pero no saben cómo. Mención especial merece el muñeco de nieve Olaf, el clásico personaje secundario simpático que no resulta tan molesto como nos dejaba entrever el tráiler, el cual por cierto, no le hace ninguna justicia a lo que es la película en realidad.

Frozen es una película perfecta para los más pequeños, pero que también hará las delicias de los adultos que crecieron, al igual que yo, disfrutando de las películas Disney. Incluso las canciones están perfectamente integradas en el ritmo de la cinta, y aunque no vayan a ser tan memorables como ‘Hakuna Matata’ o ‘Bajo del mar’, cumplen perfectamente su función. En definitiva, un clásico Disney como los de antaño adaptado a los tiempos que corren, una combinación perfecta entre tradición y modernidad.

8/10