Superando lo insuperable

Dicen que no hay nada peor que tener que enterrar a un hijo. Es algo que va contra natura pero hay veces que desgraciadamente ocurre. Más terrible debe ser aún cuando el vástago en cuestión apenas ha comenzado a vivir; la impotencia y la rabia que se debe sentir al pensar en si se podía haber hecho algo para evitarlo, mientras se intenta seguir adelante con una vida que jamás volverá a ser igual. En Rabbit Hole, basada en una novela de David Lindsay que también se adaptó al teatro, un matrimonio pasa por el trance de haber perdido a su hijo de 4 años en un accidente de tráfico, pero cada uno lo lleva de forma diferente.

Mientras que el padre, Howie, intenta encontrar consuelo en una terapia grupal de parejas que han pasado por lo mismo e intenta aferrarse a los recuerdos y a las pertenencias de su hijo, la madre, Becca, intenta pasar página aunque se muestra áspera y distante con las personas que quieren ayudarla, incluso con su madre, que pasó por el mismo trauma pero en distintas circunstancias. La única persona con la que consigue entenderse es, paradójicamente, con el adolescente que también jugó un papel importante en la muerte de su hijo. La incomprensión mutua que se genera en el matrimonio por sus formas opuestas de llevar el luto conforma el conflicto principal de Rabbit Hole, un drama muy doloroso pero nada excesivo que sin embargo reserva un pequeño espacio para el humor.

Nicole Kidman fue muy inteligente al lanzarse a protagonizar y producir esta película. Tras varios años en los que crítica y público la habían dejado de lado demostró que aún estaba cualificada para resultar convincente en papeles muy dramáticos, y como recompensa por ello recibió su tercera nominación al Oscar. Pero Rabbit Hole no es un vehículo exclusivo para su lucimiento, la actriz australiana forma un tándem excepcional con un gran Aaron Eckhart y las intervenciones de Dianne Wiest y Miles Teller no son accesorias sino que también aportan su granito de arena a la carga emocional del relato.

El director, John Cameron Mitchell, sorprende abandonando los celebrados excesos de Hedwig and the Angry Inch y Shortbus para realizar una dirección discreta pero efectiva, sin cargar las tintas en la tragedia ni hurgando en la herida más de lo necesario. Quizás por ello habrá gente que no termine de conectar con la película porque está acostumbrada a los subrayados de porno-dramas como La decisión de Anne, lo cual le hace sumar puntos a un filme que al no dar respuestas claras ni ser complaciente resulta más valioso y realista. Por avatares de la distribución, Rabbit Hole no ha pasado por los cines españoles, pero se espera su lanzamiento en DVD para los próximos meses. Si aún no la han visto no sé a qué esperan, sobre todo si son fans de la Kidman.

8/10