¿De qué va?: Harry Morgan se gana la vida en la isla de la Martinica alquilando su barco de recreo, pero la situación derivada de la 2ª Guerra Mundial hace que el negocio no prospere y se vea obligado a aceptar una misión de la resistencia francesa.
Reputación: Todo empezó con una apuesta entre el director Howard Hawks y el escritor Ernest Hemingway. El primero aseguró que era capaz de hacer una buena película de la peor novela de Hemingway. To Have and Have Not (Tener y no tener) fue la elegida y para la adaptación eliminó buena parte de la historia, incluyendo la referencia a las clases sociales que justifican su título, además de disminuir la edad de los protagonistas. La película se rodó dos años después de Casablanca y se la tomó como su secuela, pues existen muchas coincidencias entre ambas historias, e incluso también hay un rumor de que el guión se iba escribiendo un día antes de cada rodaje y fue muy improvisado por los actores. Humphrey Bogart y la debutante Lauren Bacall se enamoraron durante la producción, a pesar de que se llevaban 25 años de diferencia y de que él ya estuviese casado. La pareja contrajo matrimonio al año siguiente, tuvieron dos hijos y protagonizaron otras películas como El sueño eterno o Cayo largo. Se mantuvieron unidos hasta la muerte de Bogart, en 1957, por un cáncer de esófago. En su funeral, Bacall colocó un silbato en su ataúd, en referencia a la famosa línea de diálogo de Tener y no tener en la que ella le dice “¿Si me necesitas silba. Sabes cómo silbar, ¿verdad? Sólo tienes que juntar los labios y soplar”. Aquel diálogo fue en principio escrito para la prueba de pantalla de Bacall, pero gustó tanto al estudio que no sólo contrataron a la actriz sino que lo incluyeron en la película.
Comentario: De las películas que protagonizaron Bogart y Bacall (sólo me falta La sombra tenebrosa), Tener y no tener es sin duda la que menos me ha entusiasmado. No resiste la comparación con Casablanca, con la que guarda numerosas similitudes, y el guión, si bien cuenta con la sólida estructura del Hollywood clásico, nunca termina de despegar, o eso me lo ha parecido a mí, que nunca me llegué a interesar mucho por cómo terminaría el tinglado, y tampoco es que nos tenga reservado un gran final. Eso sí, cada vez que Bogart y Bacall flirtean y se comen con los ojos saltan las chispas y la química y el deseo resultan innegables. Ellos salvan una película que con otra pareja protagonista al frente probablemente hubiera pasado mucho más desapercibida.
Próximo visionado: Vidas rebeldes (1961)
No hay comentarios:
Publicar un comentario