¿De qué va?: Las misteriosas destrucciones de barcos en el Pacífico provocan el caos. Los nativos de una isla afirman que el culpable es una criatura legendaria, Godzilla, un monstruo prehistórico que despertó de su largo letargo en lo más profundo del océano debido a las explosiones de las bombas atómicas. Ahora, Godzilla está furioso y se dispone a atacar las principales ciudades de Japón.
Reputación: Godzilla es la referencia más popular de la cultura japonesa del siglo XX. Tal fue su éxito en Japón (152 millones de yenes recaudados) que inauguró un nuevo género de películas sobre monstruos gigantes, conocidas como kaiju, 28 de las cuales han sido protagonizadas por Godzilla, el cual ha pasado de amenazar al país nipón a defenderlo de la amenaza de otras criaturas gigantescas. Su nombre original, Gojira, viene de la combinación de dos palabras: ‘gorira’ (gorila) y ‘kujira’ (ballena). Su traducción americana, Godzilla, es una cruda traducción fonética de la palabra Gojira, acuñada por Tōhō, la productora de la película. El monstruo cobró vida gracias al actor Haruo Nakajima, disfrazado con un pesado traje de látex, puesto que utilizar la técnica del stop-motion con la que se había rodado King Kong (1933) habría salido demasiado caro y no había nadie en Japón con la habilidad y la experiencia para llevarla a cabo. Al llegar a los cines de los Estados Unidos, se eliminaron escenas para cambiar la historia y así poder evitar la mala imagen que se da de las armas nucleares; no fue hasta el 2004 hasta que se pudo ver en cines la versión íntegra de la mano de Rialto Pictures. En 1998 se produjo un remake americano dirigido por Roland Emmerich que fue vapuleado especialmente por los fans acérrimos de la saga al desvirtuar totalmente al personaje. Este año se estrenará una nueva versión dirigida por Gareth Edwards (Monsters) que no tiene absolutamente nada que ver con aquélla.
Comentario: El éxito masivo provocó que la naturaleza del Godzilla original se desvirtuara hasta convertirlo en un bicharraco proveniente del espacio y con más poderes que Superman, sin otra pretensión que entretener al personal más nerd, pero eso no quita que su primera aparición sea una afilada crítica a la utilización de armas nucleares y una gran metáfora de las secuelas que dejó la 2ª Guerra Mundial en Japón, representada tanto en los humanos, aterrizados pero con cierta resignación, quizás porque sienten que también son en parte responsables de lo ocurrido, y en el propio bicharraco, un estallido de ira y rabia tras el ataque nuclear. Desde luego que la clásica solemnidad japonesa da para varios momentos de comicidad involuntaria (ese reportero despidiéndose de los radioyentes ante su muerte inminente) pero me quito el sombrero ante un desenlace que, gracias especialmente a la música de Akira Ifukube, me dejó hipnotizado y me hizo sentir lástima por el pobre Godzilla, otra víctima más de la radioactividad.
Próximo visionado: All That Jazz (1979)
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