Dir.: Stephen Frears
Int.: Judi Dench, Steve Coogan, Charlie Murphy, Anna Maxwell Martin, Sophie Kennedy Clark, Peter Hermann, Barbara Jefford, Ruth McCabe
¿De qué va?: Martin Sixsmith es un cínico periodista caído en desgracia que, un buen día, se encuentra con la historia que podría dar un empuje a su maltrecha carrera: Philomena Lee, una mujer de sesenta y tantos años que siendo una adolescente se vio obligada a dar a su hijo en adopción y que lo ha buscado desde entonces. Ahora el periodista y la anciana decidirán unir sus fuerzas y se embarcarán en un viaje en busca de respuestas.
Reseña: La cuota británica que nunca falta en la categoría reina de los Oscar de este año viene representada por Philomena, el último trabajo de un viejo conocido de la Academia, el infatigable Stephen Frears, quien no siempre da en la diana, pero cuando lo consigue lo hace por todo lo alto. Y es que en la teoría, Philomena no es gran cosa, un filme agradable destinado especialmente al público adulto que disfruta de productos tan bienintencionados, correctos y vacuos como El exótico hotel Marigold. Pero la cinta de Frears cuenta con una serie de alicientes insólitos que la convierten en una experiencia mucho más jugosa.
Philomena es una especie de ‘buddy movie’ compuesta por un cínico y escéptico periodista y la inocente pero avispada anciana que da nombre a la película. Como toda película de colegas que se precie, la naturaleza de su relación radica en lo opuesto de sus personalidades y caracteres; para hacer un símil básico, diremos que él es el poli malo y ella el poli bueno. No obstante, a Philomena la vamos conociendo al mismo tiempo que su compañero de viaje, pasando de la indiferencia inicial a la sorpresa que nos llevamos cuando descubrimos que la buena señora, a pesar de su trágico pasado, es tan candorosa como suspicaz y parlanchina. Escenas como el paseo por el aeropuerto y el posterior viaje en avión son humor británico funcionando a toda máquina gracias al ‘timming’ de Judi Dench y Steven Coogan, inmejorable dúo cómico, y al ocurrente libreto co-escrito por este último.
Aunque esté basado en una historia real, la mejor forma de visionar Philomena es sabiendo lo menos posible del material del que parte, porque este viaje en busca del hijo perdido está lleno de sorprendentes revelaciones que se disfrutan mejor sin conocerlas de antemano. Además del componente de ‘buddy movie’ del que ya hablamos, también contiene una fuerte carga crítica dirigida a ambos lados del charco: en Estados Unidos está relacionada con la administración Reagan (ya verán por qué), y en Reino Unido tiene que ver con un caso de bebés robados muy parecido al que ha estado muy de actualidad en España recientemente. Una vez más, las monjas son el demonio, y el guión no procura dotarlas de otra dimensión más humana, pero para el caso tampoco creo que haga demasiada falta.
La clave del éxito de Philomena reside en el encanto excepcional que desprende. Resulta muy complicado no implicarse en esta película que, como buena manipuladora emocional que es, le resulta muy fácil provocarnos la carcajada, indignarnos ante las injusticias del mundo y llevarnos al borde del llanto pocos minutos después. Redondeada por la plácida partitura musical del siempre eficiente Alexandre Desplat y encumbrada por una inmensa Judi Dench que gracias a su talento y luminosidad encarnando a una señora de a pie de fe inquebrantable, consigue que tanto feligreses como ateos acabemos todos rendidos a sus pies.
8’5/10
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