Cuando aterricé en Eslovenia, uno de mis mayores temores como cinéfilo tradicional que soy, era el de no poder ir al cine por el hecho de que las películas se proyecten en versión original con subtítulos en esloveno. Creo que mi nivel de la lengua de Shakespeare es bastante bueno y desde que vivo aquí aún mejor, pero de ahí a entender todos los diálogos de una película sin ayuda escrita hay un abismo. Afortunadamente, mis dudas se disiparon en mis primeros visionados, pues llegué a entender en torno a un 80% de lo que se decía en pantalla.
Y ustedes se preguntarán, ¿a qué viene ahora todo este rollo personal? Pues a que en lo que a idiomas se refiere, hay tantos dialectos, expresiones, acentos y palabras tan diversos para un solo lenguaje que uno nunca debe confiarse, porque te puede pasar lo que me a mí cuando fui a ver Filth (Escoria) al Festival de Cine Internacional de Ljubljana, que me quedé perplejo cuando descubrí que la película está ambientada en Edimburgo y que el acento de los escoceses es algo muy complicado de descifrar. Total, que a pesar de haber entendido la historia no me percaté del 50% de las conversaciones, y resulta muy frustrante no entender los diálogos cuando el resto de los espectadores están partidos de la risa.
Pero a pesar de haberme perdido en la traducción me gustó Filth, y mucho. Basada en una novela de Irvine Welsh, autor de Trainspotting, gira en torno a un policía corrupto, misántropo, alcohólico, machista, homófobo, violento y racista que para asegurarse un ascenso decide putear a todos sus compañeros y potenciales candidatos, al tiempo que debe resolver el asesinato de un estudiante asiático. Creo que para la adaptación al cine se han tomado bastantes licencias, pero el resultado final no es nada desdeñable: una comedia negra excesiva, delirante y frenética al servicio de un James McAvoy que se come la pantalla a bocados.
El actor escocés realiza una de las interpretaciones más memorables de su carrera y del año dando vida a un policía tan desagradable como carismático; consigue que nos pongamos de su parte a pesar de lo pirado que está y de las cosas horribles que hace a sus amigos, y es capaz de mostrar su fragilidad y debilidades sin caer en la sensiblería, manteniendo el equilibrio y sin rendirse ante la sobreactuación innecesaria. En definitiva, una película estupenda, no apta para todas las sensibilidades, pero de la que necesito realizar un segundo visionado para percatarme de todo lo que se dice en sus acelerados y ácidos diálogos.
Por suerte, en mi siguiente visionado en el LIFFe se hablaba un inglés nítido y audible, pero también polaco, porque The Immigrant cuenta la historia de una inmigrante polaca, encarnada por la francesa Marion Cotillard, que en los años 20 emigra a Nueva York junto a su hermana enferma en busca de una vida mejor. Sin embargo, esta última queda retenida en cuarentena y aquélla se ve obligada a trabajar para un proxeneta con el fin de reunir suficiente dinero para recuperarla. James Gray, director de dos obras tan reivindicables como La noche es nuestra y Two Lovers, se embarca en su primera experiencia en el melodrama de época, pero el resultado no es todo lo bueno que cabría esperar de él, sobre todo para mí, que la coloqué en el primer puesto del ranking de mis películas más esperadas de este año.
La ambientación es meticulosa y la historia recuerda a los grandes dramas clásicos, sin embargo, carece de la garra de los anteriores trabajos de Gray, los cuales a pesar de tener también un ritmo pausado, poseían un nervio y una fuerza que en este filme sólo aparece en destellos esporádicos. Lo mejor es la evolución de la protagonista, tanto la personal como la que sufre en la relación con su jefe/dueño/proxeneta/enamorado, encarnado por Joaquin Phoenix, tan eficaz como siempre al mostrar los claroscuros de un individuo complejo. Marion Cotillard está muy bien pero no sorprende a pesar de su preciso manejo del polaco y de sus constantes sollozos, mientras que la aportación de Jeremy Renner es breve pero correcta.
En la próxima entrada hablaremos de mis dos últimos visionados en el LIFFe, Philomena de Stephen Frears y Nebraska de Alexander Payne.
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