Yo no sé de dónde viene la idea de que el cine debe ser honesto. De que una película tiene que mostrar la realidad tal y como es, y no engañar al espectador sobre los hechos que cuenta, sobre el carácter de los personajes, sobre tal o cual detalle o sobre alguna fecha. O sí lo sé, y también lo sabrán ustedes: el neorrealismo, la nouvelle vague, el dogma, etcétera. Es decir, los movimientos en plan mímesis, que aceptaban la falsedad de la obra pero querían saltársela, arrinconarla a la subjetividad insalvable de la cámara, y pasaban de decorados, de iluminación manipulada, pasaban del efecto e intentaban ser lo más veraces posibles, decir a la cara del espectador ‘Eh, ésto ocurre, podría haberte ocurrido a ti, aquí no hay mentiras, mira.’ Que significaron tanto para el cine, con joyas como Ladrón de bicicletas o Los cuatrocientos golpes, y que marcaron para siempre su desarrollo.
Sin embargo, una película es una película, y por mucha intención estética y por mucho movimiento vanguardista no deja de reproducir unos hechos impostados y de mostrar unas personas haciendo algo que les han dicho que hagan. No creo que Truffaut se fuese a por un chicuelo perdido y lo siguiese por todo París, en su infancia, en su adolescencia, en su juventud y en su madurez para crear la serie de cintas que cuentan la historia de Antoine Doinel, y tampoco creo que De Sica escogiera un día por la calle a un hombre sin trabajo, esperase a que le robaran la bicicleta y lo siguiera por las calles de Roma para ver qué tal le iba.
Por eso el cine es un arte que engaña, que ficciona, aunque se base en hechos reales, historias que han ocurrido o que son inventadas. Y que engañe de esta forma no quiere decir que engañe en su desarrollo, como algunas películas hacen —recordarán quizás Shutter Island o El efecto mariposa, por ejemplo—, saltándose otras normas que no tienen nada que ver con la idea de que estamos ante una ficción, sino que se relacionan con el respeto al espectador y la mentira deliberada del director o del guionista para confundirnos, faltándonos al respeto porque desde su posición creen que pueden manipularnos como a idiotas.
Pues bien. Dicho esto, pasemos a los documentales. Yo soy de los que disfruta con ellos, y hay algunos —Man On Wire, No Direction Home, Inside Job, When You’re Strange, por ejemplo— que me han golpeado más fuerte que cualquier película de ficción. Porque ahí sí que está la verdad, ahí sí que vemos personas, oímos testimonios, recorremos espacios y tiempos que han sido reales y que no han estado calculados o falseados por terceros. Aunque haya iluminación, y entrevistas, y planos bonitos y todas estas cosas, el documental es lo más cercano a un caballero que hay en el cine. Lo más educado, lo más honesto, la mirada más pura y la muestra más sincera de lo que somos o de lo que hemos sido.
Pero ahora voy a citarles dos títulos: El proyecto de la bruja de Blair y I’m Still Here. Si las han visto, ya sabrán por dónde van los tiros. Si no, se lo explico brevemente. El proyecto de la bruja de Blair fue una película rodada con ínfimo presupuesto, casera a más no poder, en la que unos estudiantes se meten en el bosque, con cámaras digitales, para hacer un trabajo sobre esa leyenda local. Su mérito, aparte de ser la película que más ha recaudado en relación a su presupuesto de la historia del cine, fue la campaña mediática que la precedió, un lanzamiento viral por Internet en el que se aseguraba que era real; es decir, que esas cintas se habían encontrado en el bosque y que los adolescentes habían desaparecido. Y I’m Still Here es el resultado de la brillante genialidad que se le ocurrió al mejor actor de los últimos tiempos, Joaquin Phoenix: fingir durante dos años que se había vuelto loco de fama, descender a los infiernos públicamente, engañar a la televisión, a la prensa, a todos, y rodar mientras un documental con su amigo Casey Affleck sobre la caída de una estrella. Algo que ha ocurrido tantas veces y que tanto interesa a la opinión pública. Pues él tuvo la idea, la valentía y la perseverancia para hacerlo a puros huevos, grabarlo y después estrenarlo sin que nadie supiese que era todo un papel. Estamos, pues, ante un nuevo género: el falso documental. ¿Honesto? ¿Real? ¿Traición al espectador? Quién sabe. Quién juzga. Hay gente que puso el grito en el cielo. Yo lo único que hice fue maravillarme y recordar la frase que siempre dice un amigo mío, cuando se inventa cosas sobre una noche de fiesta etílica y algunos nos las creemos porque no las recordamos bien: ‘No pasó, pero podría haber pasado’.
Así que, después de este repaso por el cine de verdad, el cine de ficción, las trampas de guion, los documentales, y esas mentiras híbridas, reales pero traidoras, impostadas pero creíbles, voy a recomendarles algo. Voy a permitirme el lujo de decirles que vean una película. No les contaré nada sobre ella: puede ser ficción, puede ser documental, puede ser las dos cosas al mismo tiempo —salvaje genialidad— o puede ser una auténtica mierda. Según dónde pongan ustedes la mirada y cómo se tomen las cosas. Según sus inclinaciones filosóficas o sus miedos inexplicables, su gusto por la mesa que tocan, el bocadillo que comen o el árbol que ven, o su curiosidad por lo que no se percibe pero existe, por lo que se desconoce pero atrae. Por lo inexplicable y aterrador, o por las sábanas calientes por la noche. La cuarta fase, amigos. Véanla. Ya que estamos en dos mil doce y los Mayas nos mandan a tomar por saco, y lo que es real o es mentira no se sabe ya, y todos creemos en la ciencia y la tecnología pero no sabemos nada sobre el mundo real.
7 comentarios:
Bueno esto es lo que opino de 'La cuarta fase', recomiendo que no lo lean los que quieran verla "vírgenes". Aunque nos suelto spoilers destripo la naturaleza del filme:
http://theotherfanboy.blogspot.com/2010/07/la-quinta-fase-es-incredulidad.html
Aunque te explicas bastante bien sigo sin entender por qué infravaloras los giros tramposos, un recurso que con sus más y sus menos es un elemento habitual en las cintas de suspense, y pones en un pedestal a una película que es tramposa de principio a fin con un recurso "realista" que entorpece más que favorecer a la narración y a la que incluso le cayó una multa por filtrar noticias falsas en la red. Por no hablar de que su guión es aburrido y monótono.
'El proyecto de la bruja de Blair' no es lo mismo porque fue un experimento pionero y 'I'm Still Here' tenía un propósito y hacía una crítica feroz de Hollywood y el star-system. Lo único que pretende 'La cuarta fase' es sacarnos los cuartos.
Saludos y feliz año nuevo!
Carallo, Blanch. ¡He aquí una gran polémica! Pues bien, me explico:
1. Una cosa es un giro de guion y otra deslizar piedras que confunden deliberadamente, como en Shutter Island las escenas de los sueños, por ejemplo. Cuando alguien ve una película el director debe ser honesto, no esconder datos ni sacarse cosas de la manga, ni engañar con falsas realidades manipuladas. Eso chirría y el espectador inteligente lo nota. Estoy en contra de que me tomen por imbécil. Y si no, ahí están las normas en cualquier libro de escritura de guiones.
2. El guion de La cuarta fase es de todo menos aburrido. Su simbolismo es bestial, y su precisión (quien haya leído algo sobre esos temas lo sabrá), acojonante.
3. Las multas, los cuartos que gasta la gente en el cine, el aire realista (que le sienta, por cierto, como un guante), me importan un bledo. A mí lo que me importa es que pudo haber pasado o no, y que, si no miramos en Internet y si vemos la película "vírgenes", como tu dices, te sobrecoge.
4. Si han leído ustedes el comentario de Jorge y ya saben por dónde van los tiros en este filme, no entenderán el sentido del artículo de hoy.
P. D.: "No les contaré nada sobre ella: puede ser ficción, puede ser documental, puede ser las dos cosas al mismo tiempo —salvaje genialidad— o puede ser una auténtica mierda. Según dónde pongan ustedes la mirada y cómo se tomen las cosas."
¡Feliz año y calma, chicharrero!
Pues justo el caso que señalas, Shutter Island, va dando pistas del meollo de la cuestión desde el principio, por lo que no la considero una película que de un giro sacado de debajo de la manga como tantas otras.
Pero bueno, volviendo a la película en cuestión, yo veo La cuarta fase "virgen" y me provoca el mismo sopor. Qué curioso que siempre salgan interferencias cuando va a ocurrir algo interesante. Y que me atosiguen intentado hacerme creer que algo que no es real lo es no me fascina, la verdad.
Por cierto acabo de ver 18 comidas, otra peli que tienes un tanto sobrevalorada pero infinitamente mejor que La cuarta fase.
Calmado estoy pero sigo estupefacto con ese 9! No decías que un 7 era a lo que más podía aspirar una película comercial americana? xD
Un artículo muy bien construido. Truffaut era un genio. La historia de Antoine Doinel es acerca de un hombre que busca encontrar la felicidad desde pequeño y en la última película, es con aquella mujer joven que logra en la última escena "aparentemente" lograr eso que tanto ansia. Truffaut te habla del amor o de la muerte, te cuenta algo que puede tener una gran dosis de verdad como una dosis de mentira, la cuestión es que el espectador se crea la historia, la sienta y se entusiasme con ella.
Visita mi blog:
http://cineparausarelcerebro.blogspot.com/
Feliz 2012.
Una película comercial que nada tiene que decir, en plan X-Men o algo así. La cuarta fase tiene mucho que decir. Y lo dice. Y hace que te lo creas porque lo importante no es si la imagen tiene interferencias, lo importante es que pudo haber sido real.
"Según dónde pongan ustedes la mirada y cómo se tomen las cosas. Según sus inclinaciones filosóficas o sus miedos inexplicables, su gusto por la mesa que tocan, el bocadillo que comen o el árbol que ven, o su curiosidad por lo que no se percibe pero existe, por lo que se desconoce pero atrae. Por lo inexplicable y aterrador, o por las sábanas calientes por la noche."
P. D.: 18 comidas es buena como La cuarta fase, pero totalmente distinta. Y cuando lleguemos a Salamanca, voy a ver Shutter Island contigo y hablamos tranquilamente.
Hala, ¡saludetes!
En vez de ver Shutter Island deberíamos ver La cuarta fase, que sabiendo como eres, no aguantaría un segundo visionado, pero me niego a perder el tiempo viendo otra vez ese Expendiente X de baratillo, ni por todo el cariño que le tengo a la Jovovich.
¡Continuaremos con este debate en Salamanca!
David C. Es el único que me cae bien de todos los que han comentado en este inacabable hilo.
Menuda polémica se ha armado. Chechu, "La cuarta fase" da pena, ¿cómo puedes ponerle un 9 en filmaffinity y luego le cascarle un 7 a "Drive"? ¿Qué clase de marisco estas comiendo estas fiestas? Blanch, tu me caes mal sin motivos, solo por ser tú.jajaja
Espero la sangre no llegue al Río Tormes cuando os reencontreis.
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