Normalmente, cuando un director muy personal acepta un encargo de Hollywood el resultado suele ser desastroso, porque o bien el estudio no consigue la película que esperaba o el director se pierde intentando adaptarse al estilo hollywoodiense. Todos recordamos desgraciadamente The Tourist ¿verdad?. En definitiva, no todos encajan tan bien como Christopher Nolan. Para el francés Michel Gondry, la adaptación cinematográfica de la serie de los 60 El avispón verde suponía su primera gran superproducción, un concepto que no cuadraba con sus anteriores trabajos, de costes reducidos y aspiraciones más artísticas que económicas.
No sabemos muy bien qué le habrá llevado a Gondry aceptar el trabajo (el poderoso caballero Don Dinero probablemente) ni por qué la defiende hasta el punto de llamar ‘fascistas’ a los detractores de la película, pero por mucho que nos guste ¡Olvídate de mí!, La ciencia del sueño y Rebobine por favor hay que asumir lo innegable: The Green Hornet es un pufo. Aunque parezca que quiere darle la vuelta al concepto de los superhéroes, haciéndolos pasar por criminales para despistar a la policía y a los malos, lo cierto es que en realidad se trata de la historia de un Bruce Wayne de pacotilla que es superado en fuerza e inteligencia por su Robin particular, con el que, faltaría más, mantendrá disputas para ver quién se queda con la chica y la gloria.
Y es que el error de base de la película reside en su protagonista, Seth Rogen (venía en el paquete desde el principio por ser co-autor del guión), que no cuela haciendo el papel de graciosillo que ha hecho en Hazme reír, Superfumados, Lío embarazoso y otras tantas reconvertido a justiciero enmascarado. Por cansino ya ha dejado de tener gracia y tampoco convence en las escenas dramáticas (por llamarlas de alguna manera). Es superado sin muchos esfuerzos por sus compañeros de reparto: Jay Chou, una desaprovechada Cameron Diaz y Christoph Waltz en un personaje que parece una parodia del coronel Hans Landa de Malditos bastardos; menos mal que al final Nicolas Cage no se quedó con el papel porque eso ya hubiera sido apoteósico.
Michel Gondry se ha limitado a dirigir sin mucho entusiasmo pero introduciendo algún efecto visual ‘guay’ en las secuencias de acción sin conseguir que la emoción aumente demasiado; el prólogo, con cameo del omnipresente James Franco, es de lo más divertido y rescatable de la película. Lo mejor que podemos hacer los seguidores de Gondry es borrarla cuanto antes de la memoria y esperar a que para su siguiente trabajo vuelva por los derroteros excéntricos y alucinantes a los que nos tenía acostumbrados.
4’5/10
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