La rabiosa actualidad me devora. Me refiero a mi vida, a lo que he estado haciendo esta semana, a lo que mis pasiones se inclinan y a la marca que dejan en mi cabeza los acontecimientos recientes. Así que hoy les hablaré de cierta cosa que me ocurrió estos días; cinematográfica, por supuesto, pero también bochornosa. Y es que tuve el dudoso honor de ver una de las peores películas que he visto en toda mi vida. Palabra.
El viernes pasado fui a la biblioteca de las Conchas, aquí en Salamanca, para devolver dos cintas y coger otras tantas. Llegué al edificio, precioso por dentro y por fuera, subí las escaleras hasta el tercer piso, aguanté el insoportable calor, devolví los deuvedés y entré en la sala de audiovisuales. Hasta aquí, todo normal: nada difería de lo que hago habitualmente en ese lugar. Repasé las estanterías de cine español un par de veces -estoy ahora centrándome en nuestros clásicos, asignatura quizá un poco abandonada en mí- y escogí Muerte de un ciclista, de J. A. Bardem. Debajo de la sección de Buñuel, director magistral en el que he profundizado bastante este año -se lo recomiendo encarecidamente, algún día escribiré sobre él-, está la de Basilio Martín Patino, cineasta originario de esta ciudad antigua y empedrada al que, como es lógico, dedica la biblioteca de las Conchas un amplio espacio. Sin embargo, no estaba todavía muy seguro de qué otra cinta coger. Normalmente me decido por un clásico y otra más actual, por aquello de no saturarme demasiado, pero esta vez no me veía con fuerza para afrontar un Bigas Luna, un Almodóvar primerizo o una debutante Bollaín. Así que me fui a la sección de comedia. Y, oh, craso error. Nunca vayan a la sección de comedias españolas en un sitio así. Nunca.
Lo que me pasó en realidad fue que sin querer vi, entre los Condemor y las tetas de Victoria Abril, un título en blanco sobre fondo rojo que se me hacía muy familiar, demasiado familiar, excesivamente familiar: Chechu y familia. ¡Coño! Ya me dirán, con el común nombre que gasto, las probabilidades de encontrarme con algo de este cariz. Así que sin dudarlo un instante la agarré. En la portada un niño travieso de unos trece años sentado en un hinchable sobre el agua azul de la piscina, bebiendo Coca-Cola. Aspecto desenfadado. Socarrón. Aspecto españolete. Y claro: Fernando Fernán Gómez, Antonio Flores, Neus Asensi (¡!). Ya me dirán cómo narices no iba a verla.
Dos días después, tras un intenso sábado de trabajo en casa de Blanch -la universidad, mayo-, propuse que viniesen él y otra amiga a mi casa para verla juntos. "¡Pero si se llama Chechu y familia! ¡Tiene que ser la polla!", les dije. Imagínense la coña que tiene todo el mundo con mi nombre, desde que nací hasta hoy mismo, y los juegos de palabras, entonaciones graciosas y chistes que hacen. Por lo tanto, cargados de jocosidad, vinimos a verla. "A ver qué carallo hicieron éstos con mi nombre", pensaba yo. "Qué estúpida tontería de película vamos a ver por culpa de este memo", pensaban ellos.
Y claro. Tuvieron ellos razón. Empezaré por trazar brevemente el argumento: el susodicho Chechu, un chavalín espabilado de catorce años, se queda solo en casa un fin de semana porque sus padres se van de vacaciones. Sin embargo, un elenco de personajes lo acompañan en su juvenil aventura: la cocinera, la chacha, el tío, el abuelo, el jardinero, el vecino y el novio de la chacha a ratos. La casa es enorme, lujosa, situada probablemente en una Moraleja o en un Las Rozas, gente burguesa, gente de pasta. Pero gente, como suele ser habitual en este país, profundamente ignorante.
Ahora hagamos un juego. Yo voy a ir nombrando cada personaje y ustedes párense, antes de leer su descripción, a pensar en el mayor tópico y estereotipo en el que se le pueda encuadrar. De veras, háganlo. Y después cuenten mentalmente cuántos han adivinado.
Primero, el niño Chechu: gamberrete, mordaz, salido hasta niveles ilegales incluso, se pasa el día grabando en vídeo a su abuelo mientras caga, a su tío mientras come comida de perro, a la chacha mientras se desnuda o mientras su novio le mete mano. Por supuesto, está profundamente enamorado de ella, así que aprovecha que sus padres no están como excusa para enseñarle a nadar en la piscina. A lo largo de la peli le toca las tetas, le mete la mano por debajo de la falda, se casca una paja mirando cómo se lía con su mozo, le toca el coño en la piscina. Todo esto ante la complicidad de la chica. Y al final, prepárense, no es broma, al final... se acuesta con ella. Chechu, con catorce años, se tira a Neus Asensi.
Segundo, el abuelete (Fernando Fernán Gómez): cascarrabias, maleducado, puerco, fumador y bebedor a escondidas. Está todo el día preocupado de que Chechu no sea homosexual y de tocarle los pechos a la cocinera, lo cual intenta y consigue entrando en el baño y metiéndole la mano por el escote mientras ésta se cambia de vestido.
Tercero, el tío: un gordo enorme, con trazas de algún problema psíquico, que está obligado por su hermana -la madre ausente de Chechu- a hacer régimen. Pero como no puede, se dedica a esconderse entre los abetos con hierbas en la gorra para camuflarse y robar la comida de los perros, que después devora asquerosamente en medio del jardín. También hay un chino que viene a darle masajes en la barriga. Y también se intenta suicidar bebiendo lejía porque es demasiado obeso.
Cuarto, la cocinera: una gigantesca gorda, gallega, que se pasa toda la película imitando mal nuestro acento, cantando muiñeiras entre dientes y entremezclando palabras en galego en sus frases, que por supuesto acaban todas en -iño/a. Se deja tocar las tetas por el abuelo en el servicio y se apoya en la mesa antes de comer, cuando nadie la ve, para que el jardinero se la folle por detrás.
Quinto, el jardinero: un hombre mayor, paleto y castellano, que no habla sino mediante gruñidos y se tira a la cocinera en la mesa del comedor mientras come asquerosamente, con cortes a plano detalle, un zanco de pollo al curri.
Sexto, la chacha (Neus Asensi): chica andaluza, ignorante, que se pasa media película desnuda o provocando a todo dios, especialmente a Chechu, y que se deja tocar los pechos, el culo y hasta la entrepierna por el mentado zagal. Su novio le pega unas hostias pero ella lo quiere mucho y lo perdona, hasta que lo descubre en la piscina desnudo con el vecino, se deprime y por consiguiente se acuesta con el niño de catorce años.
Séptimo, el vecino: homosexual llevado al límite del esperpento, profesor de tenis de Chechu. Está todo el día diciendo vulgaridades y guarradas sobre otros hombres y sobre su propia mariquitez, llevando al más puro bochorno todas y cada una de sus acciones. Preocupado específicamente de tocar el paquete del novio de la chacha y de que éste le penetre.
Octavo, el novio de la chacha (Antonio Flores): un gitano que es muy celoso y va en moto. Acude a la casa porque quiere follarse a su novia, pero ya que ésta no quiere y le dice que tiene la regla, él le pega un hostión, va en la mentada motocicleta a atropellar a Chechu -porque piensa que le pone los cuernos con él, idea no muy descabellada, por cierto- y se cae. El gay lo cura, dándole un masaje disimulado en los huevos, y luego se baña con él. Su novia lo descubre y los dos -homosexual y gitano- se van corriendo de la piscina en pelotas, perseguidos por todo dios a grito de "¡maricones en mi casa no!", y pasan la noche en un árbol para que no se los coman los perros.
Todo esto aderezado con unos impresionantes encadenados y dos tipos de imágenes recurso: la cara de los canes y, sí, no miento, planos directos y cerrados del sol.
Fin. Éstos son los protagonistas y ésta es la historia. ¿Qué les ha parecido? A mí, personalmente, un insulto. Me siento profundamente atacado. ¿Quién les ha dado permiso para usar mi nombre en esa estúpida, homófoba, racista, sexista gilipollez?
Pero esperen, no se vayan todavía. He dejado dos perlas para el final. Prepárense: el vecino maricón se llama Florito y el guionista es Rafael Azcona. Hala. Ahí queda eso.
6 comentarios:
¡viva España! JODER!
te invito a seguir mi blog diariamente para conocer toda la información sobre el Festival de Cannes que comienza mañana. Es innegable dejar de lado este certamen, que nace en pro del cine de autor y el buen cine. Saludos.
¡Ohh! ¡menudos spoilers que sueltas de la peli chechu! y yo que la quería ver desde que me hablaron de ella... xDD
Lo peor de todo es que este tipo de pelis gustan a un elevado porcentaje de gente, ¡y lo digo con conocimiento de causa!
En definitiva, me sumo a Partícula, ¡viva españñña coññño!
¡Saludos!
A pesar de la vulgaridad de la película, creo que sobraba la frase dedicada al director. Te has puesto a su altura.
Espero ansioso tu artículo sobre Buñuel, Bardem, Berlanga...
Una vez la vi empezar. No pasé del mencionado intento de atropello de Antonio Flores a tu tocayo. Todo un despropósito de película donde las haya, luego se quejan de que la gente no va al cine...
Gran película, certera en describir nuestra idiosincrasia patria.
¡¡ARRIBESPAÑA, COÑO!!
Publicar un comentario