No es la melancolía, no es el pasado, no es el dolor. Qué llaves misteriosas posee y qué puertas abre con ellas, qué sensaciones de días olvidados revive, qué lágrimas rescata y vuelve a echar a rodar sobre las mejillas. No es la tristeza, no es el amor, no es la mentira. Qué palabras hace callar y cuánto tiempo acompaña. Sobre la hierba húmeda de una mañana de verano, a través de la ventanilla del coche, en la soledad nocturna de una habitación, entre las paredes oscuras de un bar. Nunca se esconde, nunca se extraña porque siempre está ahí. Acompañándonos fiel, creciendo, cambiando, permaneciendo de la misma forma que crecen, cambian y permanecen los corazones.
Todavía guardo recuerdos de infancia en los que había un jardín, sillas, vasos de vino y gente sentada en círculo. Casi puedo sentir ahora las notas vibrando, las palabras poderosas sobre el acorde, el nítido timbre de mi abuela en el atardecer, elevándose sobre los árboles de la casa y volando sobre la ría, allá hacia la otra orilla, hacia lo que a mí me parecía, a esa ingenua edad, el otro lado del mundo. Y el viento casi sin soplar, moviendo tan sólo algunas hojas, el sol enrojeciéndose cada vez más sobre la línea de mar, esa línea horizontal que separa los dos azules de la vida. Las tardes y noches de verano cantaban en mi jardín. Ahora desgraciadamente ya no están aquellas guitarras ni aquellas voces, agudas o poderosas, emocionantes o graciosas, gallegas siempre; pero ha quedado en mí el amor por la música, evolucionando y transformándose conmigo, sintiendo y llorando y riendo las mismas cosas que yo.
Hoy les hablaré de la voz y de los versos de un maestro que vive conmigo desde hace tanto y que me ha guiado cuando iba sin dirección. Les hablaré de él mientras me mira desde esa fotografía en blanco y negro junto a la ventana. Inmortal, ajeno a los setenta años que ha cumplido hace unos días. Sencillo, con la luz de esta tarde gris iluminando su guitarra. Concentrado, tímido, genial, Dylan.
No Direction Home es un documental espléndido, pero también es un verso alentador que recorre los caminos con nosotros a la vez que avanzamos. ¿No les ocurre que, de todas las veces que han escuchado una canción, hay una que se queda para siempre grabada en su memoria? Yo he oído Like a Rolling Stone infinidad de veces, pero nunca como hace algo menos de un año. Había pasado ocho horas sentado sobre el Atlántico, adormecido por los motores del avión, aplanado por dos niños pequeños, ruidosos como el infierno, que tenía sentados junto a mí. Estábamos llegando al aeropuerto de Nueva York y yo miraba por la ventanilla con esa ilusión infantil de descubrir de pronto la ciudad elevándose sobre el mundo. Entonces ocurrió uno de esos instantes mágicos que lo dejan a uno sin aliento: el skyline abriéndose salvaje a mis ojos a la vez que Bob Dylan me decía al oído "How does it feel, to be on your own, with no direction home". Y qué quieren que les diga. Lloré sin poder evitarlo.
Pero bueno, a lo que iba. Todo aquel que haya escuchado alguna vez una canción de Dylan debería ver No Direction Home. En él se refleja el viaje de un mito desde sus tiernos inicios hasta su fama mundial, se retrata la lucha de un artista sencillo y profundamente sensible por el hombre y por la justicia, pero sobre todo por la música. Porque es un documental valiente: aborda de pleno las críticas al cantante, tanto las polémicas por su falta de compromiso social en algunas ocasiones como el vacío al que le condenó su público original tras dar el famoso giro del folk al rock, introduciendo a la armónica y a la guitarra sonidos eléctricos y baterías. Por lo que significó en su nacimiento y la sensibilidad que demostraba en sus acordes cercanos y sus letras poderosas, algunas personas no entendieron el cambio: para ellos era una traición. Sin embargo, la historia ha demostrado que ese chiquillo de pelo largo y mirada perdida no estaba moviéndose de un género a otro o asesinando uno con las huellas del otro. Estaba evolucionando y aportando al mundo de los cantautores una nueva visión, un nuevo camino. Y todo este proceso lo escuchamos de primera mano, en material inédito y con entrevistas sorprendentes e íntimas, de los propios labios del genio.
De todas formas, no sólo se centra en eso. Recorre las carreteras que recorrió y traza un dibujo perfecto, de contornos nítidos, sobre lo que fue, lo que es y lo que pretende ser el cantante. Cuáles son sus motivaciones, sus miedos, de qué forma compone, qué opina sobre la música y sobre muchos otros temas, cómo eran sus giras, quién lo amó o quién lo detestó, a quién quería o a quién aborreció. El retrato -o autorretrato, más bien- de un genio de nuestro tiempo, de quizás el mejor cantautor del siglo XX. Pero no se puede decir más porque cada persona conoce a un Dylan diferente. Todos tenemos el nuestro, empapado de nuestra propia vida, Blowing in The Wind o Maggie's Farm significan cosas muy distintas para cada uno de nosotros. Masters of War no será lo mismo para un argentino que para un español, y en Song to Woody el protagonista puede ser otro cantante o puede ser nuestro propio padre. Por eso No Direction Home es un punto de origen, una referencia, el anclaje real de tantos sueños y tantos recuerdos en la lluvia.
Qué voy a decir que no se halla dicho ya sobre la música. Escoge sin que nos demos cuenta los instantes más pequeños y valiosos y los lleva de la mano allá donde estemos, nos sorprende con ellos en las situaciones más desesperadas o en las calles más llenas de gente. Es lo que oímos dentro de nosotros, con esa capacidad única de unir e individualizar, con esa fuerza sobrenatural que sublima las banalidades, que recarga las almas y llena los cuerpos de calor, que sube en el ascensor anodino o lleva muy lejos los pensamientos. Que emociona y hace sentir, y hace amar, y cría a los niños y enamora a las parejas. Que remueve conciencias. Que se eleva sobre los países. No es miedo y no es alegría, no es nostalgia y no son lágrimas, no es amor y no es emoción: es vida.
2 comentarios:
Chechu, creo que deberías ver 'I'm Not There'. Es un biopic irregular y muy marciano sobre Dylan que a mí no me entusiasmó demasiado pero siendo tú tan fan de él y de su música seguro que lo valoras mucho más de lo que lo hice yo.
Sigues manteniendo alto el listón ;)
Saludetes!
Long live Bob Dylan!!
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