¿De qué va?: El prestigioso letrado Sir Wilfrid Roberts acepta un último caso antes de retirarse de la abogacía: defender a un hombre acusado de asesinar a una anciana adinerada con la que mantenía una sospechosa relación. Sir Roberts está convencido de su inocencia, pero la implicación de la esposa de su cliente traerá no pocas sorpresas a lo largo del juicio.
Reputación: Seis nominaciones a los Oscar consiguió este thriller judicial, y aunque no se llevó ninguno pasó a ser una de las películas mejor valoradas de ese año junto con Doce hombres sin piedad, que curiosamente tampoco ganó nada en aquella ceremonia. No en vano, está dirigida por Billy Wilder, autor de reconocido talento de películas tan emblemáticas como Perdición, El crepúsculo de los dioses o Con faldas y a lo loco, por citar unas pocas.
Comentario: Debo reconocer que mis expectativas no eran muy altas cuando me dispuse a ver este filme porque no me apetecía ver otro drama judicial teniendo tan fresca Doce hombres sin piedad, pero desde el comienzo me sorprendió su gran sentido del humor y de la ironía, procedente de un enorme Charles Laughton. No sólo me mantuvo intrigado durante todo el metraje sino que aunque me imaginaba que el final venía con sorpresa me pilló desprevenido. Y como guinda del pastel, esa voz en off que durante los créditos te recomienda que no le destripes el final a nadie para que todos puedan disfrutar de la película como es debido. Simplemente grandioso.
Próximo visionado: Uno de los nuestros (1990)
(Ya había advertido que iba a dejar bastante margen con los años de las películas que entraban en la Operación Clásico)
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