Creador: Nic Pizolatto
Int.: Matthew McConaughey, Woody Harrelson, Michelle Monaghan, Michael Potts, Tory Kittles, J.D. Evermored, Kevin Dunn
Emisión: 2014, HBO y Canal+
1ª temporada
Aún estamos en marzo, pero dudo que cualquier serie que esté por venir este año consiga atraer tanta atención como lo ha hecho True Detective, con permiso de la nueva temporada de Juego de tronos, que tiene unos fans muy cansinos que nunca paran de hablar de ella. Desde su propio concepto, True Detective desprende ambición por todos lados: 8 capítulos dirigidos por Cary Fukunaga, y protagonizados por Matthew McConaughey, en lo más alto de su carrera, y Woody Harrelson, al que tampoco le está yendo nada más desde hace un tiempo, encarnando a una pareja detectives de personalidades opuestas que investigan el caso de un macabro asesinato que esconde mucho más. Sin embargo, la búsqueda de la verdad es tan sólo el pretexto para que estos dos hombres realicen una bajada a los infiernos y experimenten tanto un cambio en su relación como en ellos mismos.
La referencia cinematográfica más clara de True Detective la encontramos en Zodiac de David Fincher: investigación criminal enrevesada que se alarga en el tiempo y que no escatima en nombres de sospechosos, testimonios contradictorios y pistas falsas, ritmo minucioso y pausado y una mayor preocupación por mantener una tensión inquietante y sosegada que en ofrecer un clímax tras otro. Pero la serie creada por Nic Pizolatto bebe más de fuentes literarias que de cinematográficas, y no sólo por su estructura narrativa, más deudora de las novelas de misterio que de la celeridad propia de las películas: el espíritu de autores clásicos de terror y fantasía como Robert W. Chambers y H.P. Lovecraft sobrevuela a lo largo de toda la historia, con la introducción de elementos de sus obras, como la figura del Rey Amarillo de Chambers o la ambientación gótica y malsana de ambos que Cary Fukunaga ha conseguido plasmar a la perfección en los paisajes húmedos y decadentes de la América sureña, no en vano, ya demostró su habilidad para recrear escenarios lúgubres y sombríos en su recomendable versión de Jane Eyre, y de paso, se revela como un virtuoso de la planificación escénica al cerrar el cuarto capítulo con un largo plano secuencia que no tiene nada que envidiar a los mejores que nos ha dejado el cine y que sin duda pasará a los anales de la ficción televisiva.
Como ya he dicho, True Detective se sustenta en la pareja de detectives protagonista y en su choque de caracteres. McConaughey da rienda suelta a su acento texano para dar vida a un hombre marcado por la muerte de su hija, descreído, taciturno, meticuloso y con unas excéntricas e intrincadas teorías sobre el ser humano, la vida y la muerte que harán arquear la ceja de su compañero en más de una ocasión, quien por el contrario es un tipo familiar y sencillo al que sin embargo le pueden sus impulsos sexuales fuera del matrimonio, y eso que está casado con la estupenda Michelle Monaghan. La serie se centra en cómo afecta la ardua investigación del crimen en el carácter de ambos, por lo que abundan las conversaciones entre compañeros y la historia se va alternando en dos tiempos narrativos diferentes que nos muestran el pasado y el presente de los personajes, contrastando la versión oficial de los hechos con la auténtica.
Sin ser nada especialmente original, los crímenes paganos del Rey Amarillo dejaron suficientes pistas, guiños y detalles escabrosos para que los fans más paranoicos y entregados elucubraran diferentes teorías sobre el final de True Detective y probablemente muchos hayan quedado un tanto decepcionados ante el auténtico desenlace, tan anticlimático como el de Zodiac y bastante normalito, sin cerrar todas las incógnitas que se habían quedado en el aire, entre lo convencional y lo agridulce. Más debate debería generar la última conversación entre el dúo protagonista, que otorga un significado completamente diferente a la serie, un mensaje que no dista mucho del discurso dado por McConaughey al recoger su Oscar y que en cierta manera ofrece una luz de esperanza a la imagen putrefacta que había dado del ser humano durante toda la temporada.
True Detective no ha despertado en mí esa pasión desbordada que ha provocado en todos esos espectadores que la han aupado a los primeros puestos de los rankings de mejor serie televisiva y de mejor thriller en páginas como Filmaffinity o Imdb. Sí, está muy bien dirigida e interpretada, tiene atmósfera y hondura, compleja hasta cierto punto y un gusto exquisito nada más ver su cabecera, pero también peca de discursiva, de ritmo irregular, especialmente en sus primeros capítulos, y de solemnidad excesiva, pero ha cumplido con creces sus ambiciosos objetivos al poner a sus pies tanto a los espectadores como a la crítica. Ahora le tocará la lluvia de premios hasta que llegue la segunda temporada, que al estilo de American Horror Story contará una investigación policial totalmente nueva llevada a cabo por otros dos detectives interpretados por actores de renombre. Ya se ha empezado a especular con los nombres de las hermanas Rooney y Kate Mara, con las que podrían acallar esas voces que acusan a la serie de misógina, y con el del mismísimo Brad Pitt… ¿alguien da más?
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