Las películas centradas en adolescentes suelen estar protagonizadas por chavales ansiosos por perder la virginidad y que están más preocupados en encontrar pareja para el baile de fin curso que en sacar buenas notas… O al menos esa es la idea que nos han dejado películas como American Pie, Alguien como tú y todas esas americanadas juveniles que tan de moda se pusieron entre finales de los 90 y principios de los 2000 cuyo modelo se intentó emular en España con chorradas como Slam. Sin embargo, hay ciertas películas sobre esa etapa de transición entre la infancia y la madurez que merecen mucho la pena y con las que podemos identificarnos todos, no sólo los que han estudiado en un instituto americano.
El viernes pasado llegó a los cines españoles Las ventajas de ser un marginado, película llamada a convertirse en objeto de culto al igual que ya lo es Submarine, que se estrenó aquí el pasado mes de octubre pese a que date del año 2010. El filme, dirigido por el debutante Richard Ayoade, está basado en una novela homónima de Joe Dunthorne y se centra en Oliver Tate, un chaval de de 15 años que reside en la fría Gales y que tiene que lidiar con la crisis matrimonial de sus padres mientras experimenta el primer amor. Nada fuera de lo normal si no fuera porque Oliver no es para nada corriente: Él es un chico taciturno y marginal de su colegio debido a su excéntrico comportamiento, aún está intentado descubrir quién es en realidad (yo diría que hasta tiene síntomas del síndrome de Asperger), y se imagina su vida como si fuera una película, lo cual lo convierte en el propio director del filme porque nos introduce de lleno en su mente a través del montaje (maravilloso uso de la elipsis) y una recurrente voz en off nada molesta.
Sin duda alguna, Craig Roberts ha sido la elección perfecta para encarnar a Oliver porque clava al personaje, no por casualidad, ha protagonizado un videoclip dirigido por Tim Burton para The Killers, porque tiene ese aspecto enigmático y retraído de los héroes de la filmografía del cineasta. La historia de amor que vive con Jordana, una compañera de clase que por sus circunstancias personales se ve obligada a madurar, es muy peculiar, resulta muy adorable en su lucha por no resultar cursi y cuenta con escenas antológicas, como su primer encuentro sexual y las imágenes de sus citas editadas como una película antigua y al ritmo de las estupendas canciones compuestas por Alex Turner. Está más lograda que la otra trama principal, la crisis de los padres de Oliver, pues su conclusión es un poco surrealista y no da sensación de terminar en algo concreto.
Submarine bebe directamente de las fuentes del cine de Wes Anderson. También tiene algo de los 400 golpes de François Truffaut (el mar como metáfora), pero muchos la criticarán al confundir su extravagancia formal con pedantería y simple postureo. La película resulta ser mucho más que eso gracias a la buena mezcla de melancolía y acidez que desprende su mirada hacia la adolescencia a través de los ojos y el pensamiento de un chico que, como muchos otros hemos experimentado en nuestro años escolares, se siente un marciano mientras intenta definirse a sí mismo.
8/10
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