¿De qué va?: Al poco tiempo de perder a su esposa Rebeca, el aristócrata inglés Maxim De Winter conoce en Montecarlo a una joven humilde, dama de compañía de una señora americana. De Winter y la joven se casan y se van a vivir a la mansión de Manderley, residencia habitual de él. Pronto la señora Winter se da cuenta que la difunta esposa de su marido sigue muy presente en la casa…
Reputación: Contratado por el productor David O. Selznick, Alfred Hitchcock firmó para rodar su primera película en Hollywood. En un principio se iba a encargar de un proyecto sobre el Titanic pero al final se decantó por la adaptación cinematográfica de la nueva novela aún sin publicar de la escritora de éxito Daphne du Maurier, Rebeca. El director ya había adaptado un libro de la misma autora, La posada de Jamaica, sin embargo, ésta no quedó nada satisfecha y presionó a Selznick para que en esta ocasión se ajustaran a la novela. En lo que respecta al reparto, Selznick impuso a Laurence Olivier, con el que ya había trabajado en Cumbres borrascosas, y el actor quería a su esposa, Vivien Leigh, como su co-protagonista, pero el papel recayó finalmente en Joan Fontaine. Olivier trató muy mal a Fontaine en el rodaje, y Hitchcock aprovechó para hacerle creer que todo el equipo de rodaje la odiaba, haciéndola más tímida y reservada, justo lo que quería el director para el personaje.
Ni en la novela ni en la película se hace referencia alguna al nombre del personaje de Joan Fontaine. En el guión original le habían puesto Daphne en honor a la autora de la novela, pero Selznick puso objeciones y se acabó eliminando porque al mantenerla anónima se realzaba más la influencia de la esposa fallecida en Manderley. Curiosamente, debido al éxito que tuvo Rebeca en España, se dio el nombre de ‘rebeca’ al tipo de chaqueta que lleva puesto la protagonista durante buena parte del metraje, aunque no se tratara del personaje de Rebeca. El filme fue nominado a 11 Oscar pero al final se llevó dos: mejor película y fotografía.
Comentario: Poco más puedo añadir respecto a lo que escribió Chechu sobre la película en su rincón hace seis meses. Hitchcock se luce dando vida propia a la mansión de Manderley, con el recuerdo de Rebeca acechando en cada esquina y oprimiendo tanto a la sufrida nueva señora de la casa como a los espectadores. Mención especial merece la siniestra ama de llaves y ese amor lésbico (resulta bastante evidente) que siente por su fallecida jefa y los momentos en los que disfruta atormentando a la protagonista. Me parece que la película pierde gas en su tercer acto a partir de la gran revelación de la historia, pero con todo resulta otra muestra más del genio del eterno maestro del suspense.
Próximo visionado: Una noche en la ópera (1935)
No hay comentarios:
Publicar un comentario