En una escena de la última de Ice Age, Ellie la mamut le espeta a uno de los malos “¡La piratería se acaba pagando!”. Este mensaje que va en obvia alusión directa a las descargas ilegales puede que se acabe convirtiendo en realidad, pero ahora mismo también tengo claro que el ser ‘legal’ también se paga muy caro. Pongamos el ejemplo de Like Crazy, película que he esperado como agua de mayo desde que vi su tráiler hace poco más de un año. Paramount Pictures tenía sus derechos de distribución, por lo que confíe en que llegaría a los cines españoles, pero como la película no obtuvo repercusión alguna en los Oscar, nunca se supo nada más…
Hasta ahora, y es que justo cuando un amigo y yo nos preguntábamos qué habría sido de ella, va y se anuncia que la película saldrá a finales de agosto directa al mercado doméstico. Total, que durante todo este tiempo no la había descargado esperando pacientemente su estreno para poder verla en pantalla grande y va y resulta que sale en DVD. Es una consecuencia de lo complicado que está el mercado de la distribución con el problema de la piratería pero a su vez resulta ser una causa de ésta, encontrándonos con el típico caso de la pescadilla que se muerde la cola. Y hasta aquí llega mi indignación, ahora vamos a hablar del filme.
Like Crazy (Como locos será su título español) está dirigida y escrita por Drake Doremus y fue una de las grandes vencedoras del Festival de cine independiente de Sundance del año pasado, ganando el premio especial del jurado y el de mejor actriz para su protagonista, Felicity Jones. Cuenta la historia de Anna, una joven británica que mientras estudia en la universidad de Los Ángeles conoce a Jacob, con el que inicia una bonita historia de amor, pero su relación pasará por varios altibajos cuando ella se vea obligada a regresar a Londres. ¿Cuántos dramas románticos de este estilo habremos visto? Muchísimos, pero pocos con la sensibilidad y la autenticidad de Like Crazy.
Y es que pese a que tenga algunos momentos típicos del cine independiente americano que ya empiezan a reiterarse, la película conmueve por lo real que se siente la relación entre Anna y Jacob y los problemas que surgen a raíz de su complicada situación. Quien haya pasado por algo similar se sentirá identificado con esas primeras citas románticas, con la angustia que provoca la separación, con el distanciamiento que se produce por llevar vidas separadas, por el resurgimiento de viejos sentimientos al producirse el reencuentro y, en definitiva, con ese bucle en el que terminas atrapado cuando por mucho que quieras alejarte de alguien siempre acaba volviendo a tu vida.
Felicity Jones y Anton Yelchin contribuyen con sus magníficas interpretaciones el que suframos su relación como si fuera nuestra. Y una Jennifer Lawrence anterior al boom de Los juegos del hambre se asoma de vez en cuando como ‘la elección alternativa’, un pequeño personaje del que hubiera sido interesante saber más. La melancólica banda sonora compuesta por Dustin O’Halloran funciona como complemento perfecto de esta historia de amor indie que se suma a (500) días juntos, Beginners, ¡Olvídate de mí! y otras tantas joyas del cine indie americano que dan una visión del amor diferente a las, desafortunadamente más exitosas, comedias románticas comerciales. Y si quieren abrimos un debate sobre su final porque, sin ser abierto del todo, está sujeto a múltiples interpretaciones.
8’5/10
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