¿De qué va?: Sally Hardest y su hermano parapléjico Franklin viajan junto a sus amigos por una carretera de Texas hacia el cementerio donde está enterrado su abuelo, pues se han enterado a través de la radio que su tumba ha sido profanada, pero cuando llegan al lugar se topan con una familia de caníbales que no están dispuestos a dejarlos marchar con vida.
Reputación: Tobe Hopper debutó en el cine con esta pequeña producción de terror y gore cuyo guión escribió inspirándose en los crímenes de Ed Gein, un asesino famoso por su afición a conservar los cadáveres, tanto los de sus víctimas como los que desenterraba, para fabricar muebles y ropa. Debido a la violencia gráfica de algunas de sus escenas la película fue prohibida en varios países, lo que despertó aún más el interés de la audiencia hasta convertirla en una de las películas independientes más exitosas de la época: los 140.000 dólares de presupuesto fueron ampliamente amortizados con los 30 millones que recaudó tan sólo en territorio norteamericano. Años después, Hopper logró otro gran éxito con Poltergeist, pero a partir de entonces su carrera se fue desinflando, filmando multitud de olvidables películas de serie B hasta la actualidad. La matanza de Texas es uno de los slasher más influyentes de la historia del cine de terror, a la que le siguieron tres continuaciones que no obtuvieron ni la mitad del reconocimiento de su predecesora, un remake, una precuela y una nueva entrega de la saga que se estrenará en 3D el año que viene.
Comentario: Nunca hay que meterse con los pioneros, pues son los que abren nuevos caminos para que los que lleguen después puedan explorarlos, ampliarlos y potenciarlos. La matanza de Texas como tal es materia en bruto, una de las primeras películas que se hicieron sobre un asesino psicópata persiguiendo a jovencitas gritonas y ligeras de ropa, rodada con tan pocos medios que denota un realismo grotesco y sucio. En consecuencia, el estilo de Hopper se ha homenajeado, plagiado y pulido hasta la saciedad (a mí el remake de 2004 me parece pero que muy competente) por lo que tampoco podemos reprocharle demasiado a un filme que inauguró el sendero del mal sin ninguna lógica ni motivo aparente, que suele ser el que más miedo da. Lo mejor: la risa histérica de Marilyn Burns y el consecuente cabreo de Leatherface.
Próximo visionado: La parada de los monstruos (1932)
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