O.C: Bonnie & Clyde (1967)

¿De qué va?: Una banda de jóvenes delincuentes, liderados por la pareja formada por Bonnie Parker y Clyde Barrow, recorre los Estados Unidos en la época de la Depresión atracando bancos y burlándose de la autoridad, lo que no hace más que incrementar el precio que le han puesto a sus cabezas.

Reputación: Es, junto a La jauría humana y El milagro de Anna Sullivan, la película más conocida y aclamada del realizador Arthur Penn, que murió el pasado 28 de Septiembre a los 88 años. Basada en la leyenda de los famosos forajidos Bonnie y Clyde, la película fue un éxito de taquilla y de crítica, alzándose con diez nominaciones a los Oscar incluidas las categorías más importantes (película, director, guión y las cuatro de interpretación). Al final consiguió dos: mejor fotografía y actriz secundaria para Estelle Parsons, que bordó el papel de la histérica Blanche. Pero sin duda alguna fue Faye Dunaway, protagonista femenina del filme, quien mejor aprovechó el éxito de la película, pasando de ser una actriz novata y desconocida a una de las estrellas de Hollywood más glamurosas y atractivas de la época.

Comentario: ¿Puede ser sexy una película violenta? En los tiempos que corren y dejando a un lado los juicios morales sabemos de sobra que sí, pero me imagino que en la década de los 60 las cosas no se verían del mismo modo. Bonnie & Clyde tuvo que haber sido una película muy arriesgada en su época, no sólo por recrear la violencia de una forma tan gráfica, sino también por presentar a la pareja protagonista como los antihéroes de la historia sin perder ni un ápice de la belleza y el encanto establecido por el imperio hollywoodiense. Roban bancos, máximos culpables de las penurias del pueblo llano, pero matan a policías que sólo cumplen con su deber. Arthur Penn logró un excelente equilibrio entre los pasajes de acción y los momentos íntimos en los que la pareja de bandidos vacila acerca del camino escogido, aunque lamentablemente para ellos no haya marcha atrás, como queda patente en ese clímax final tan seco como contundente.

Próximo visionado: ¡Bienvenido, Míster Marshall! (1952)