Michelle Pfeiffer se reencuentra con el director Stephen Frears 21 años después de Las amistades peligrosas en Chéri, otro drama de época con perversos juegos sexuales de por medio. La Pfeiffer encarna a Léa de Lonval, una cortesana con intenciones de jubilarse que acepta encarrilar al hijo viva la vida de una antigua compañera (Rupert Friend), al que apodó Chéri desde que era un crio. Con el tiempo, la relación se convierte en un apasionado amor que tendrán que dejar de lado cuando Chéri se comprometa con la hija de una rica cortesana.
Se nota el buen hacer de Frears en la precisa recreación de la época, la dirección de actores y en los ocurrentes diálogos, pero el conjunto dista mucho de la calidad de los mejores trabajos del realizador, como The Queen o Alta fidelidad, pues la ya de por sí poco novedosa historia se nos presenta de manera un tanto superficial y con pocos alicientes, salvo el de disfrutar de una espléndida y madura Michelle Pfeiffer. Se ve con facilidad y sin aburrir, pero le falta chicha.
5’5/10
Este mes ha llegado a las estanterías de los videoclubs Efectos personales, tan sólo a cinco semanas de diferencia con su estreno en poquísimas salas del territorio español, algo extraño teniendo en cuenta la popularidad de su pareja protagonista, pero la verdad es que la repercusión global de la película ha sido muy discreta.
Efectos personales se centra en la historia de dos personas que intentan superar la muerte de sus seres queridos. El marido de Linda recibió un disparo mortal por parte de un amigo y la hermana de Walter fue hallada brutalmente asesinada en el mar. Linda y Walter se conocen en una terapia de grupo y encuentran comprensión y apoyo mutuo, pero no será fácil seguir adelante, pues los daños colaterales y las heridas abiertas tardan tiempo en cerrarse.
A veces parece que la película de David Hollander se conforma con deambular por los lugares comunes de los telefilmes más burdos, pero también cuenta con algunos apuntes interesantes que la salvan de la quema, como una fotografía demasiado azulada pero efectiva y el fino trazo con el que están dibujados los personajes principales (salvo el hijo sordomudo): rotos por dentro, temerosos de la soledad y desesperados por recuperar sus vidas aunque en el fondo sepan que nunca volverán a ser las mismas. Michelle Pfeiffer saca partido de su vena trágica sin ceder al histrionismo, sin embargo, no me acabo de creer a su partenaire, un Ashton Kutcher sorprendentemente sobrio pero sin la suficiente hondura dramática.
En definitiva, un drama sobre la pérdida que sin estar a la altura de grandes películas que abordan el mismo tema, caso de 21 gramos y En la habitación, por citar las primeras que me vienen a la mente, es bastante digno. Lo peor es que sea el último trabajo hasta la fecha de Michelle Pfeiffer y que no tenga ningún otro proyecto en su agenda.
6/10
P.D: Casualidades de la vida, en ambas películas la gran Kathy Bates encarna a la ‘suegra’ de Michelle Pfeiffer en dos registros completamente diferentes.
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