¿Quién dice que la Navidad es una época de paz y amor? Que se lo digan a los padres que se vuelven locos buscando los regalos que han pedido sus hijos o a los que tienen que soportar las interminables colas en las tiendas y al salir de los centros comerciales.
Lo mejor que se puede hacer en esta época del año es irse a descansar a un lugar de sol y playa, como hacen Brad y Kate, una pareja que decide escaquearse de las reuniones familiares para tomarse unas vacaciones en un lugar exótico, pero cuando su vuelo se cancela no tienen más remedio que ir de visita a las casas de sus padres, que para más inri, están todos separados. Cuatro paradas en un mismo día.
Así comienza Como en casa en ningún sitio (Four Christmases), una comedia que en principio da la impresión de que pretende burlarse de las tradiciones navideñas y las incómodas reuniones familiares, pero es sólo un espejismo, porque lamentablemente la cinta acaba por deleitarse en un mensaje conservador que se resume en que la aspiración máxima de una pareja como Dios manda debe ser el matrimonio y formar una familia, chúpate esa.
Si al menos las visitas a los padres fueran divertidas… La primera en casa de papi Robert Duvall no tiene ni pizca de gracia; la de Mary Steenburgen y el castillo hinchable es la mejor, aunque derive en una vergonzosa obra de teatro; en casa de la matriarca Sissy Spacek se vuelve a atinar un poco con los gags, pero ya en la última con Jon Voight de anfitrión no pasa nada, el señor está en plan "Digo cuatro frases, cobro el cheque y me piro de aquí”.
En cuanto a la pareja protagonista, Vince Vaughn repite el mismo personaje que ha interpretado en Separados, De boda en boda, Fred Claus… y tan a gusto, a lo mejor es así de gañán y no le hace falta actuar, pero lo de Reese Witherspoon me duele, porque ya que se ha metido en el selecto club de actrices que sólo hacen una película al año… ¡al menos que haga una que valga realmente la pena!
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